Mishpatim
29 de Shvat 5760;
5 de Febrero 2000
· Nueva Sección:
Preguntas al Rabino
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Resumen
de la Parashá
El Pueblo Judío recibe
una serie de leyes concernientes a la justicia social. Entre los temas tratados se encuentran: el
trato correcto a los sirvientes judíos; las obligaciones del marido para con su
esposa; el castigo en que se incurre por golpear a personas y por maldecir a
los padres, los jueces o los líderes; la responsabilidad financiera del
individuo tras haber causado daños físicos a algún individuo o a su propiedad,
tanto sea que el daño fue causado por uno mismo o bien por alguna de sus
propiedades animadas o inanimadas; o por un peligro que uno creó; el pago por
robar o por no retornar un objeto que fue aceptado con la responsabilidad de
cuidarlo; el derecho a la defensa propia de una persona que está siendo
robada. Otros temas incluyen: la prohibición de la seducción, la práctica
de la magia negra, la bestialidad y los sacrificios a ídolos. La Torá nos advierte que debemos tratar al
converso, a la viuda y al húerfano con dignidad, y que debemos evitar mentir. El préstamo de dinero a interés está
prohibido, y los derechos sobre objetos colaterales son limitados. El pago de obligaciones al Bet HaMikdash no
debe ser retrasado, y el Pueblo Judío debe ser santo, aún con respecto a los
alimentos. La Torá enseña la manera
correcta en que se deben comportar los jueces en los procedimientos de la
corte. Se especifican los mandamientos
de Shabat y el año Sabático. Tres veces
al año -Pésaj, Shavuot y Sucot- debemos ir al Templo. La Torá concluye su listado de Leyes con un mandamiento de Kashrut
-no mezclar leche con carne. D‑os
promete que va a conducir al Pueblo Judío a Israel, ayudándolo a conquistar las
naciones que viven allí, prometiendo que, si cumplen con Sus mandamientos,
traerá bendiciones a la nación. El
pueblo promete hacer y escuchar todo lo que D‑os dice. Moshé escribe el Libro del Pacto, y lo lee
al pueblo. Moshé asciende a la montaña
durante 40 días para recibir las dos Tablas de la Ley.
Comentario a la Parashá
DÉJÀ VU
“Y
éstos son los estatutos...” (21:1)
Déjà
vu. Todos lo
experimentamos alguna vez. Alguien está hablando y uno sabe exactamente lo que
está a punto de decir. O estás a punto de entrar en una habitación y la
visualizas exactamente como resulta ser. No hay nadie que realmente entienda
este fenómeno. Una teoría es que el cerebro experimenta una especie de
corto-circuito. La información que proviene de los sentidos (de la vista, los
oídos), en vez de ser reconocida por el cerebro como información “viva”, es
recanalizada directamente a la memoria. El resultado es que aunque uno piense
que ya fue testigo de esta misma escena, en realidad uno la está viendo por
primera vez.
“Y
éstos son los estatutos que colocarás ante ellos”. Rashi señala que la conjunción “y”
nos indica que así como los preceptos supralógicos tales como el kashrut o el
shatnez fueron dados en el Sinaí, los preceptos “lógicos”, tales como la
prohibición de matar y de robar, con los que concuerda toda sociedad
civilizada, también provienen del Sinaí. Uno podría pensar que los preceptos
“lógicos” no tenían origen Divino, pues vemos que toda sociedad se subscribe a
ellos. Por ese motivo, la Torá emplea la conjunción “y” para decirnos que no
existe diferencia. Todas las mitzvot son la palabra de D-os; tanto lo lógico
como lo supralógico.
En
todo esto hay como una especie de déjà vu. Las culturas civilizadas piensan que
es nuestra propia lógica la que nos dicta las prohibiciones societarias en
contra del robo y el asesinato. Estos conceptos nos resultan obvios. Pero la
verdad es que estamos reviviendo un sentido implantado en nuestra psiquis por
el Creador de la misma psiquis. D-os no creó este mundo para que fuera un
paisaje post-nuclear vacío y desolado, sin más que el sonido del viento
resoplando a través de una tundra yerma. El creó el mundo para que fuera
poblado, para que rebosara de vida.
La
razón por la que estos preceptos nos parecen lógicos es porque conforman la
base fundamental de la sociedad. Sin dichos principios fundamentales, la
sociedad desciende en forma instantánea al barbarismo y la anarquía. D-os creó
dentro de nosotros la capacidad de reconocer esas leyes como sentido común,
precisamente porque quería que la sociedad prosperase.
¡Qué
grande es la mente del hombre, que, a pesar de estar encerrada en un mero marco
mortal, es capaz de aspirar a la Torá
de D-os! Y cuán importante es darnos cuenta de que todo a lo que puede aspirar
el intelecto es solamente porque
D-os
creó ese poder dentro de nosotros.
Or Guedaliahu
“Haremos
y obedeceremos” (24:7)
El
Midrash nos dice que antes de que el Pueblo Judío aceptase la Torá, D-os se la
ofreció a todas las demás naciones una por una
y ellas la rechazaron. Se la ofreció a la nación de Esav. Esav preguntó
que había en ella. D-os dijo: “No matarás”. “Nosotros vivimos por la espada”,
fue su respuesta. D-os se la ofreció a Ishmael. Ellos también preguntaron que
había en ella. “No cometerás adulterio”. Entonces Ishmael también la rechazó.
No guardaba congruencia con su estilo de vida. Finalmente, D-os se la ofreció
al Pueblo Judío y ellos dijeron: “Haremos y obedeceremos”.
En
este Midrash hay algo muy difícil de comprender: todas las naciones que
entonces rechazaron la Torá ahora cuentan con leyes que prohíben la matanza y
el adulterio. Si ellos mismos incorporaron estas leyes a sus sistemas legales,
¿por qué les costaba tanto aceptar la Torá? Aparentemente, la Torá no les
exigía más de lo que después ellos mismos aceptaron cumplir.
El
Talmud nos dice que cuando avergonzamos a alguien, es como si lo hubiésemos
matado. La prueba reside en que la se le va la sangre del rostro. También se
nos enseña que el mirar al sexo opuesto es considerado un acto de indecencia.
Bajo la superficie de cada precepto, hay una sutileza y una profundidad que le
exigen mucho a la persona. La Torá no es solamente un sistema legal seco. La
Torá es el manual de la santidad. Por eso las naciones no pudieron aceptarla. Al darse cuenta de que la Torá connotaba
infinitamente más que su apariencia superficial, la rechazaron de inmediato.
Rabí Reuven Buckler en nombre de Rabí Yaakov Itzjak Ruderman
“La
aparición de la gloria de Hashem era como un fuego que consume...” (24:17)
¿Cómo
puedo saber si D-os está contento conmigo? ¿Cómo puedo saber si mi servicio del
Creador está en conformidad con Sus deseos?
A
partir del versículo citado, podemos discernir una señal poderosísima del modo
en que D-os percibe nuestro servicio. Para demostrar si la “aparición de la
gloria de Hashem” existe en nuestro servicio del Creador, debemos buscar un
sentimiento de querer servir a D-os “como un fuego que consume”, con
poderosísimo entusiasmo y profundo amor. Pues esto indica que D-os acepta
nuestro servicio. Como es el Cielo el que implanta en nosotros esas
sensaciones, son señal cierta de que nuestro servicio es recibido con aceptación.
Kedushat Levi
???
Preguntas al Rabino ???
Dr. David Mitchell de la Universidad Hebrea
nos escribe:
Estimado Rabino:
¡“Ishaer Koaj” por sus continuas Divrei Torá
electrónicas!
Me fijé en el índice de Preguntas al Rabino y
no encontré nada con referencia a las kipot. ¿Podría escribir un comentario sobre el tema, si
es ley o es costumbre, los distintos tamaños de kipá y por qué las mujeres no
la usan?
Estimado Dr. Mitchell:
El uso de la kipá aparece por primera vez en el Talmud como
un acto de piedad. Un sinónimo de kipá es yarmulke, que en arameo significa
“temor del Rey (D-os)”. Esta práctica aparece codificada en el Shulján Aruj
como una obligación a la hora de rezar, y como algo que uno “debería hacer” el
resto del tiempo. Por eso, de acuerdo con el Shulján Aruj, cubrirse la cabeza
es una Halajá (Ley) durante el rezo y una costumbre importante el resto del
tiempo.
Sin embargo, el Taz (mediados del siglo 17, Europa Oriental)
sugiere que si bien cubrirse la cabeza era originalmente un acto de piedad,
adquirió status de Ley de Torá, debido a la costumbre de los no judíos de
quitarse el sombrero como muestra de honor. Como la Torá prohíbe “ir por el camino
de los no judíos”, el que no se cubre la cabeza estaría cometiendo una
transgresión de un Precepto Negativo de la Torá.
Rabí Moshe Feinstein, zl, en su Responsa, determina que,
basándose en el Taz, uno debe ser estricto. Sin embargo, agrega que existen
indicaciones de que hasta el Taz podría concordar que en Norteamérica (y demás
lugares) donde los gentiles ya no se quitan el sombrero en señal de honor (pues
ya no se usa como antes) la prohibición de ir con la cabeza descubierta ya no
se considera una prohibición de la Torá.
Como uno de cualquier manera tiene la obligación de ponerse
kipá, ¿qué importa si es costumbre o ley? Adquiere importancia cuando
consideramos el caso de la persona a la que se le niega un empleo porque usa
kipá. El Talmud afirma que no tiene necesidad de renunciar a más de una quinta
parte de su riqueza a fin de cumplir con un precepto positivo. Por eso, Rabí
Feinstein afirma que como una costumbre ciertamente no puede ser más estricta
que un precepto positivo, si el individuo no puede encontrar trabajo a menos
que se quite la kipá, entonces mientras está en el trabajo puede quitarse la
kipá. Pero, si no llevar la kipá es una transgresión de un precepto negativo
(como en el dictamen del Taz), entonces no se permitiría el quitarse la kipá
para poder conseguir un trabajo, ya que uno tiene el deber de renunciar a toda
su riqueza para no transgredir un precepto negativo.
Mantente en contacto, pues pronto nos ocuparemos de otros
temas, tales como las kipot negras versus las tejidas, las mujeres y las kipot,
etc.
Fuentes:
·
Kidushin 31a, Shabat 118b
·
Shulján Aruj Oraj Jaim 8
& 92 y Taz
·
Rabí Moshe Feinstein, Igrot
Moshé, Oraj Jaim, tomos 1 & 4; Joshen Mishpat tomo 1.
???¿ALGUNA
PREGUNTA?
Si tiene alguna inquietud sobre leyes o costumbres de su judaísmo, o quiere
aclarar aulguna duda, puede enviarnos su pregunta a spanish@ohr.edu y procuraremos
contestarle lo más pronto posible. Nos reservamos el derecho de publicar las
preguntas y respuestas. No todas las respuestas dadas serán publicadas en
"Judaísmo", pero todas serán respondidas, B´H.
La razón obvia por la cual se
lee esta haftará cuando Shabat es el dia anterior a Rosh Jodesh, es el primer
versículo mencionando que mañana será Rosh Jodesh. Este episodio tuvo lugar
luego que el Rey Saúl decidió matar al joven David -quien ya era su yerno- para
evitar la caída de su reinado y asegurarlo para su meritorio hijo Yonatán. Sin
embargo Yonatán, el príncipe sucesor, era un buen amigo de David, y quiso
salvarle de la muerte, aún a expensas de perder su futuro trono. La haftará
narra el pacto secreto de amistad entre ambos y cómo Yonatán asierta en la
festividad de Rosh Jodesh que Saúl en realidad desea matar a David;
subsecuentemente le advirtió a David para que huyera por su vida através de una
señal secreta que acordaron entre ellos.
Los historiadores y los
críticos de la Biblia tratan de probar
de este episodio que la gente de la antigüedad tenían la misma naturaleza que
nosotros, con las mismas fallas morales e inclinaciones egoístas, como
aparentemente el Rey Saúl trató la baja estrategia de matar a su compañero por
el bien de mantener su reinado. Nosotros, los judíos creyentes, tenemos un
panorama distinto acerca de las primeras generaciones que estaban mucho más
cerca de Hashem, y que tenían el privilegio de revelaciones Divinas através de
profecías. Consecuentemente creemos que ellos estaban muy por encima de las
fallas morales que conocemos hoy.
Los hechos de Saúl son
fácilmente explicables. A la sasón la nación necesitaba una monarquía para su
supervivencia. Para este efecto la Torá le ordena al rey a mantener su reinado,
y para ello le permite matar a las personas que pueden ser un peligro potencial
para su reino. Muy por el contrario el rey Saúl estaba simplemente cumpliendo
con su deber de la Torá cuando persiguió a David. La prueba de ello es que
apesar de que Yonatán se encontró con David luego de enviar de vuelta al
muchacho, no le dijo la advertencia para que escape con sus propias palabras,
sino que se mantuvo con la señal acordada. El no quiso transgreder la ley judía
que prohibe esto, de modo que el intercambio de palabras entre ellos en el encuentro fue solo para reafirmar su
pacto de amistad.
Selecciones de fuentes
clásicas en las que se expresa Muchas
son las leyendas que rodean a este pueblo del norte de Israel. La nueva
Pekiin fue fundada como comunidad judía en 1955, a una corta distancia de la
antigua Pekiin, pueblo habitado por drusos, cristianos y unos pocos judíos. Una
tradición sostiene que la comunidad judía de Pekiin nunca fue exiliada de la
Tierra Santa. Los ataques árabes de 1936 forzaron a los judíos de Pekiin a
abandonar sus hogares en busca de zonas más seguras, y solamente unos pocos
retornaron más tarde. Otra
tradición tiene que ver con una antigua sinagoga que fue restaurada en el año
1837. Se decía que fueron traídas desde Jerusalén dos piedras labradas que
yacían a los costados, y la leyenda cuenta que ellos cayeron sobre sus
costados como señal de luto cuando fue destruido el Templo. Pero ciertamente
la tradición más famosa concerniente a Pekiin es que en ella se encuentra la
cueva en la que cual se ocultaron de los romanos durante trece años el gran
sabio talmúdico Rabí Shimon Bar Yojai y su hijo Elazar, quienes recibieron un
milagroso sustento de un manantial de agua y un algarrobo, mientras
permanecían totalmente absortos en el estudio de la Torá. |
Escrito y Recopilado por: Rabino
Yaakov Asher Sinclair
Editor y Responsable: Rabino
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