¡Judaismo! - Tzav
Parashat Tzav - Shabat HaGadol
10 de Nissan 5759; 27 de marzo 1999
Resumen de la Parashá
Contenido
La Torá se dirige a Aarón y a sus hijos para enseñarles leyes adicionales relacionadas al servicio. Las cenizas del "Korbán Olá" - el Korbán quemado en el Altar a través de la noche - es removido del área por el Kohen después de que se saca su ropa de lino especial. La Olá es traída por alguien que se olvidó de cumplir con un mandamiento positivo de la Torá. El Kohen retiene el cuero. El fuego en el Altar debe arder constantemente.
El "Korbán Minjá" es una ofrenda de comida que está hecha de harina, aceite y especias. Un puñado de esto se quema en el Altar, y un Kohen come el resto antes de que se fermente. La Parashá describe los Korbanot especiales ofrecidos por el Kohen Gadol cada día, y por los hijos de Aarón y sus futuros descendientes en el día de su inauguración.
Se describe el "Jatat", el Korbán que se trae después de haber cometido una transgresión accidental, las leyes de la matanza y el esparcimiento de la sangre del "Asham"y el "korbán por una transgresión intencional" para ciertas transgresiones. Se describen detalladamente los "Shelamim", varias clases de Korbanot de paz y la prohibición de dejar los restos de la "Todá" (el Korbán de agradecimiento) sin comer hasta la mañana. Todos los sacrificios deben ser quemados después de que ya no se los puede comer. Ningún sacrificio puede ser comido si fue matado con la intención de comerlo demasiado tarde. Una vez que los Korbanot se hacen tamé (ritualmente impuros) no pueden ser comidos y deben ser quemados. Una persona no debe comer un Korbán cuando ella misma está ritualmente impura.
Está prohibido comer la sangre y el jelev (grasa) de un animal. Se les da a Aarón y a sus hijos el pecho y la parte de la pata entre la rodilla y el tobillo de los "Korbanot Shelamim". Se describe en detalle la ceremonia de inauguración para Aarón, sus hijos, el Mishkán y todos sus implementos.
Comentario a la Parashá
Contenido
"Ordénale a Aarón" (6:2)
"¡Lo descubrieron!" "¡La verdad salió a flote!" "¡Revelación única!"
Vivimos en un mundo en el que la falta de cubierta es endémica; un mundo en el que todo debe revelarse. Por carecer nuestra sociedad de un verdadero centro espiritual, la única cualidad que se cotiza es la revelación. La revelación lo es todo. Lo que no se ve o lo que no puede verse no vale nada, no sirve para nada.
Las cosas sagradas, por necesidad, tienen que estar cubiertas. Su propia naturaleza exige una cubierta. En todas las épocas han existido treinta y seis santos por cuyo mérito existe el mundo. Están ocultos. Tienen que estar ocultos.
El domingo 19 de febrero de 1995 falleció en Jerusalén Rabí Shlomo Zalman Oierbaj, a la edad de 84 años. A la tarde siguiente, 300.000 personas, una cantidad aproximadamente equivalente a la población adulta judía de Jerusalén, lo escoltó en su último viaje.La prensa israelí fue tomada desprevenida. No tenían preparados obituarios, porque nunca habían oído hablar de él. Fue una persona frágil y humilde ya desde joven. No se sentó en un concejo de sabios. No creó un imperio de publicaciones. No distribuyó cassettes con clases. Durante 45 años encabezó una respetada yeshivá de Jerusalén que le proporcionaba su único salario. Y 300.000 personas escoltaron a este hombre, al que la prensa jamás llegó a conocer, a su último descanso.
Lo sagrado debe estar cubierto.
Rashi comenta, con respecto al versículo citado: "La palabra 'ordénale' siempre connota diligencia y vigilancia. Rabí Shimon dijo que la Torá necesita un grado extra de vigilancia allí donde hay una falta de cubierta".
Al pensar en las ofrendas del Templo, pocas veces recordamos que, en la mayoría de las ofrendas, parte del korbán lo consumían el Kohen y la persona que lo había traído. Podríamos pensar que se trataba de un simple beneficio adicional para quien traía una ofrenda. De hecho, el acto de comer, aparentemente, un mero acto físico, cubría la santidad más profunda del korbán. Sin embargo, había un korbán que no era consumido ni por el Kohen ni por la persona que había traído la ofrenda: el korbán olá o la "ofrenda de elevación". El korbán olá debía ser consumido por el fuego en su totalidad. No se comía ninguna parte de él.En otras palabras, la santidad del korbán olá era algo revelado. No poseía la cubierta; el camuflaje místico que se producía cuando el Kohen y el suplicante comían el korbán.
Es por ese motivo que el korbán olá necesitaba un grado extra de vigilancia y diligencia. Porque lo que es revelado necesita extra protección y vigilancia.
"Ordénales a Aarón y a sus hijos, diciendo: 'Esta es la ley concerniente a la olá'" (6:2)
Imagínate que vas caminando por un campo. Detrás de ti hay unas cuantas vacas masticando pasto. Delante de ti hay un cerco. En el cerco hay una puerta angosta. Tú vas en dirección a la puerta y sin prestar demasiada atención, sales del campo. Estás a punto de darte vuelta para ir a cerrar la puerta, cuando ves que una de las vacas te ha estado siguiendo se va arrimando a la puerta.
De pronto, un flash enceguecedor. La vaca se convulsiona en paroxismos. Miles de voltios atraviesan su cuerpo. Unos cuantos segundos, y todo ha acabado. La vaca está quieta, muerta. No se oyen más que los pájaros cantando, completamente indiferentes a la escena.
¿Cómo te sentirías? ¿No es cierto que pensarías '¡D-os mío! ¡Podría haber sido yo! ¡Debería haber sido yo!'?
El Korbán era el ejemplo más clásico de la denominada "realidad virtual".
Todo el propósito del korbán era que la persona que hubiese cometido un pecado pudiera ver la muerte del animal. Que viera como su sangre vital se derramaba en las esquinas del altar. Que viera sus miembros quemándose y pensara: "Debería haber sido yo. Yo soy el que debería estar quemándose".Por la fuerza nos envían a este mundo, y por la fuerza nos sacan de él. No somos dueños de nuestras vidas. Nuestras vidas están siempre en las Manos del Hacedor. Cuando hacemos el mal, nos privamos de nuestra razón de ser. Es como si rompiéramos nuestro contrato con D-os. D-os tiene un convenio con cada uno de nosotros: El nos da la vida y la capacidad de sustentarnos. Lo único que El pide es que usemos el mundo del modo correcto. Al renegar el convenio, nos estamos separando del mundo.
Sin embargo, Hashem, en Su infinita bondad, nos deja un camino de retorno. A través del proceso de teshuvá podemos retornar a El como si jamás hubiésemos pecado. Todo el propósito del korbán es despertar en el corazón pensamientos de arrepentimiento por las malas acciones cometidas: pensamientos de retorno a Hashem.
El korbán era la realidad virtual por excelencia.
Tu vida está en peligro.
"Se mantendrá ardiendo un fuego continuo sobre él; no será apagado" (6:6)
La Torá prohíbe apagar el fuego del Altar. Por el contrario: el fuego debe ser atendido constantemente, agregándole leña tanto como haga falta, de modo tal que la llama se eleve en forma constante. Y si está prohibido apagar siquiera una sola brasa del Altar físico (Zevajim 91), cuánto más grande será la prohibición de apagar siquiera una sola brasa ardiente del Altar espiritual, que es el corazón judío.
El ansia de santidad, la llama del corazón que siempre aspira a elevarse más y más, hacia arriba, hacia su fuente, siempre deberá alimentarse y fortalecerse, a través del razonamiento, la sabiduría y el discernimiento, con la iluminación de las mitzvot y la luz de la Torá.
"Si lo ofreciere por una ofrenda de gracias" (7:12)
No hay nadie que pueda decir gracias por ti, excepto tú mismo.
Una de las ofrendas mencionadas en la parashá de esta semana es el korbán todá, el sacrificio que traía el pueblo cuando quería agradecer a Hashem.
Los Sabios nos dicen que, en el futuro, cuando todos los otros korbanot dejen de existir, el korbán todá seguirá ofreciéndose, porque siempre existirá la necesidad de decir "gracias".
En la repetición de la Amidá, el rezo que se dice de pie, únicamente el shalíaj tzibur, quien que lidera el servicio, repite las plegarias. La congregación responde, pero no repite las bendiciones.
Con una sola excepción: la bendición de Modim, "Gracias".
Para todas las bendiciones de la amidá podemos enviar un Shalíaj, un mensajero. Cuando le rezamos a Hashem para que nos cure, podemos enviar un mensajero; cuando le pedimos que nos dé nuestro sustento, podemos enviar un mensajero.
Pero hay una sola cosa que ninguna otra persona puede decir por nosotros: "Gracias". Gracias es algo que uno tiene que decir por sí mismo.
EL GRAN SHABAT
Cuando el Pueblo Judío estaba a punto de partir de Egipto, D-os les ordenó que tomaran un cordero, objeto de adoración de los egipcios, y lo llevaran por las calles a sus casas.
Ellos ataron el cordero a los postes de las camas, y tres días más tarde ese mismo cordero fue empleado para la ofrenda de Pesaj.
Su sangre se usó para marcar las puertas y los dinteles, para que D-os salteara los hogares judíos, y el propio cordero fue comido aquel primer seder, la misma noche que el pueblo salió de Egipto.
En Shabat, el diez de Nisán, los egipcios vieron que los judíos llevaban corderos por la calle y les preguntaron: "¿Para qué es el cordero?" Los judíos respondieron: "Vamos a sacrificarlo como la ofrenda de Pesaj, tal como nos ordenó D-os". ¡Se podrán imaginar cómo se sintieron los egipcios, al ver que su dios era conducido por la calle y luego atado al poste de la cama! Sin embargo, por milagro se evitó que los egipcios atacaran a los judíos. Hicieron rechinar los dientes de furia, pero no pronunciaron palabra. Y ése es el milagro que se conmemora en el Shabat que precede a Pesaj: el Shabat ha Gadol.
¿Qué es lo que tiene de "grande" el "Gran Shabat"?
El Shabat antes de Pesaj se llama el "Gran Shabat", a causa del milagro que ocurrió el 10 de Nisán (ver más arriba).
Pero ¿por qué este milagro se conecta con el Shabat?
Por ejemplo, la fiesta de Shavuot se celebra el día que caiga el 6 de Siván, no importa qué día de la semana sea. Lo mismo ocurre con Janucá, que siempre comienza el 25 de Kislev, cualquiera sea el día de la semana en que caiga. ¿Por qué este milagro se relaciona con el Shabat, en vez de con la fecha del calendario en que tuvo lugar?
Es sabido que en Shabat se suspendían todas las plagas de Egipto. Los ríos sangrientos volvían a fluir con agua; las ranas dejaban de invadir las casas. En honor a la grandeza del Shabat, hasta las plagas "se tomaban un descanso".
El diez de Nisán, cuando los judíos llevaron a los corderos por las calles de Egipto, tuvo lugar durante la plaga de la oscuridad. Si este acontecimiento hubiera tenido lugar cualquier día de la semana, los egipcios no habrían podido ver lo que hacían los judíos, y por lo tanto, no habría habido milagro, puesto que toda la tierra estaba envuelta en las sombras.
Ahora entendemos por qué se celebra este milagro el Shabat antes de Pesaj, en vez del 10 de Nisán. Porque sin el Shabat no habría habido milagro. Y por eso se lo llama el "Gran Shabat".
SÍNTESIS
Se acostumbra recitar esta Haftará cada Shabat Gadol, aunque no caiga en la víspera de Pesaj. Esto se debe a uno de los últimos versículos de Malaji, recitado al final de la Haftará, que relata la futura salvación, a cargo del profeta Eliahu, que se puede comparar con la declaración del Exodo, a cargo de Moisés. En términos generales, la Haftará es una profecía en la que D-os le da una reprimenda a la multitud por no cumplir con todas las leyes de los diezmos, y les promete una cosecha abundante y gran prosperidad a aquéllos que separen las cantidades necesarias de los diezmos y los entreguen a buenas causas. Esa es otra razón por la que se recita la Haftará, ya que en la víspera de Pesaj del año 3ro y 6to del ciclo sabático se debe llevar a cabo el Vidui Maaser, a fin de dividir todos los diezmos restantes y hacer una proclamación a tal efecto. Inclusive en el año común esta Haftará puede considerarse como un recordatorio de la importancia de los diezmos antes de la cosecha.
LAS PALABRAS DE DESPEDIDA
Malaji fue el último profeta y el libro de Malaji culmina con nuestra Haftará: su última profecía. Hacia el final de la profecía, vemos que las palabras de despedida de D-os a su amada nación, antes de dejarnos "solos" (por así decirlo), para soportar el largo y difícil exilio del que todavía no hemos salido. "Recordad la Torá de Mi siervo Moisés", la última profecía conferida a la nación judía, se relaciona con la primera profecía, transmitida a través del padre de los profetas: Moisés. Las emotivas palabras de despedida de D-os a Su amado pueblo son: "Recordadme y sed fuertes, pues Yo al final he de volver". Esta es la fórmula básica para soportar todas las futuras dificultades de la larga y cansadora Diáspora, ¡Recordad la Torá! Este es el secreto de la perenne nación judía, y esto es lo que finalmente traerá la futura salvación proclamada por el profeta Eliahu en el versículo que le sigue.
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Sinclair
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