¡Judaismo! - Mishpatim
Mishpatim
27 de Shvat 5759; 13 de febrero 1999
Resumen de la Parashá
Contenido
El Pueblo Judío recibe una serie de leyes concernientes a la justicia social. Entre los temas tratados se encuentran: el trato correcto a los sirvientes judíos; las obligaciones del marido para con su esposa; el castigo en que se incurre por golpear a personas y por maldecir a los padres, los jueces o los líderes; la responsabilidad financiera del individuo tras haber causado daños físicos a algún individuo o a su propiedad, tanto sea que el daño fue causado por uno mismo o bien por alguna de sus propiedades animadas o inanimadas; o por un peligro que uno creó; el pago por robar o por no retornar un objeto que fue aceptado con la responsabilidad de cuidarlo; el derecho a la defensa propia de una persona que está siendo robada.
Otros temas incluyen: la prohibición de la seducción, la práctica de la magia negra, la bestialidad y los sacrificios a ídolos. La Torá nos advierte que debemos tratar al converso, a la viuda y al húerfano con dignidad, y que debemos evitar mentir. El préstamo de dinero a interés está prohibido, y los derechos sobre objetos colaterales son limitados. El pago de obligaciones al Bet Hamikdash no debe ser retrasado, y el Pueblo Judío debe ser santo, aún con respecto a los alimentos.
La Torá enseña la manera correcta en que se deben comportar los jueces en los procedimientos de la corte. Se especifican los mandamientos de Shabat y el año Sabático. Tres veces al año -Pesaj, Shavuot y Sucot- debemos ir al Templo. La Torá concluye su listado de Leyes con un mandamiento de Kashrut -no mezclar leche con carne. D-os promete que va a conducir al Pueblo Judío a Israel, ayudándolo a conquistar las naciones que viven allí, prometiendo que, si cumplen con Sus mandamientos, traerá bendiciones a la nación. El pueblo promete hacer y escuchar todo lo que D-os dice. Moshé escribe el Libro del Pacto, y lo lee al pueblo. Moshé asciende a la montaña durante 40 días para recibir las dos Tablas de la Ley.
Comentario a la Parashá
Contenido
"Si encuentras un buey de tu enemigo o su asno, vagando, se lo devolverás repetidamente" (23:4)
La espesura de la noche.
Reb Beryl, un judío jasídico, golpeó a la puerta de la posada. El frío amargo le helaba los huesos. No hubo respuesta. Golpeó por segunda vez. Después de lo que le pareció una eternidad, oyó el sonido del cerrojo que se abría.
Los ojos confusos del posadero contemplaron en la oscuridad. Con la linterna en la mano, quiso ver quién era el que tocaba a la puerta a hora tan inoportuna.
"¿Tiene un cuarto?" preguntó Reb Beryl.
"Estamos llenos", dijo el posadero por toda respuesta.
"Pero seguramente trendrá algún lugar donde yo pueda dormir".
"Todos los cuartos están ocupados. Llegó a la ciudad el circo. No quedó ni una sola cama libre en toda la posada. Lo único que se me ocurre es que comparta la cama con el payaso. Usted decide. Tómelo o déjelo".
"Lo tomo", dijo Reb Beryl. "Y por favor, ¿me podría despertar antes de que amanezca? Mañana tengo un viaje muy largo que hacer".
"¿También quiere que le lleve el desayuno a la cama?
Reb Beryl se quedó en silencio.
"Bueno", dijo el posadero a regañadientes.
Reb Beryl se dirigió a su habitación, se desvistió, y colgó con cuidado su ropa en una percha, junto al traje del payaso.
A las cuatro y media, el posadero golpeó a su puerta. Reb Beryl se despertó. Con los ojos a medio abrir, salió a duras penas de la cama, se vistió y se dirigió hacia la primera luz del día.
Cerca de media hora más tarde, cuando ya hubo amanecido, Reb Beryl iba caminando por la calle principal del pueblo. De pronto, un hombre lo señaló y estalló en una explosión de carcajadas. ¿Qué tiene de gracioso?, pensó para sí mismo. Cuando se cruzó con la persona siguiente, y luego con una tercera, y con una cuarta, y todos estallaron a carcajadas igual que el primero, se puso a pensar: "¿Qué pasa? ¿En este pueblo están todos locos?
Justo en ese momento, pasó por un negocio con una enorme vidriera. Y se vio reflejado en el vidrio. Helado ante lo que vieron sus ojos, se quedó contemplando su propio reflejo.
Frente a él, un judío con largos peiot y barba, vestido con un traje de raso rojo, con tres enormes pompones blancos en la parte delantera. Un traje de payaso.
"¡El tonto del posadero!" dijo Reb Beryl, "¡En lugar de despertarme a mí, despertó al payaso!"
Hoy en día, el Pueblo Judío sufre una crisis de identidad de incalculables proporciones.
¿Quiénes somos?
¿Somos los hijos de Abraham, Yitzjak y Yaakov, los que recibieron la Torá, que nos compromete a un pacto eterno? ¿O no somos nada más que una afiliación cuasi-étnica con carta blanca para redefinir el judaísmo como nos dé la gana?
Lo único que nos preocupa es la Continuidad Judía. El problema es: ¿Qué es lo que estamos continuando? Hemos perdido la claridad de nuestros abuelos, y de sus antepasados, quienes sabían qué era el judaísmo. Y hasta cuando rechazaron el judaísmo, por lo menos tenían una idea de qué era lo que estaban rechazando.
"Si encuentras un buey de tu enemigo o su asno, vagando, se lo devolverás repetidamente"
Si la Torá demuestra tanto interés por el bienestar de la propiedad de una persona, ordenándonos que nos desviemos de nuestro propio camino para devolverle su animal, hasta cien veces si hace falta, cuánto más debemos preocuparnos por devolver una persona a sí misma. Debemos hacer todo lo que podamos por llegar a nuestros hermanos y hermanas que tienen poca o no tienen ninguna idea de lo que significa ser judío, mostrándoles la belleza y la profundidad de la Torá.
La distancia más grande es cuando no hay sentido de la distancia. Uno está más perdido que nunca cuando ni siquiera tiene idea de que está perdido, sin ningún deseo de regresar a su casa, porque cree que está en su casa.
Para aquéllos de nosotros que podemos ser pastores, es una enorme mitzvá servir de inspiración a la comunidad judía, con un sentido genuino de autoconciencia y continuidad.
Porque detrás de la sonrisa pintada, se esconden las lágrimas del payaso...
"Y éstos son los estatutos..." (23:9)
Es muy fácil distinguir al judaísmo de las otras religiones. Los judíos no comen cerdo. Llevan puestos "talitot" cuando rezan, etc.
Pero cuando se trata de la justicia social, uno podría pensar que no hay gran diferencia entre el judaísmo y los otros sistemas de moralidad o religiones.
Sin embargo, puede ser que cometa un grave error. Si bien el código de justicia social de la Torá, superficialmente hablando, es parecido a otros códigos, en realidad existe una enorme diferencia.
Y esa diferencia radica en una letra hebrea: la vav. (La letra vav al principio de una palabra significa la conjunción "y").
Rashi explica que la razón por la cual nuestra parashá se inicia con "Y éstos...", en vez de solamente "Estos" es para conectar la parashá de esta semana con la de la semana pasada. Así como las leyes que gobiernan la
relación del hombre con Hashem provienen del Sinaí, las leyes de justicia social también se originaron en el Sinaí.
En el judaísmo, hasta las leyes de justicia social son por mandato Divino del Sinaí. En el resto del mundo, se basan en la civilidad y el pragmatismo. No hay sociedad que sea capaz de existir sin algún código de conducta aceptada, pero la diferencia entre la Torá y todos los demás sistemas legales es de un tono gigantesco, y fundamental. Ninguna ley hecha por el hombre es capaz de soportar el ataque de los más bajos instintos del hombre. En los momentos en que el hombre es puesto a prueba, las leyes "se van por la ventana".
En todas las épocas fluyeron ríos de sangre inocente, incluyendo la nuestra propia, a pesar de que "no matarás" es un dogma universalmente aceptado.
Para el judío, el imperativo esencial de la ley social no es moral, pragmático ni cultural. No. Es por la voluntad de Hashem, y tiene la misma validez que el precepto de no comer cerdo o de llevar puesto el talit.
Eso es lo que le da poder y durabilidad al código de justicia social de la Torá, incluso miles de años después de su institución.
"No provocaréis ni perseguiréis al extranjero, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto" (22:20)
Todos los pendencieros son unos cobardes.
Cuando alguien piensa que no hay nadie que pueda impedir que él haga lo que se le antoje, se puede transformar en un tirano. Pero si alguien viene con un palo en la mano, lo va a pensar dos veces.
Esa es la conexión existente entre este mandato de no oprimir al extranjero y el hecho de que los judíos fueron extranjeros en Egipto.
El Faraón se sintió libre de oprimir al pueblo judío debido a que pensaba que nadie los iba a defender. Que no había Quien diera palos. El rechazó a Hashem, negando que El protegiera al Pueblo Judío.
Del mismo modo, cuando alguien provoca a un extranjero o a un converso, está dejando implícito, tácitamente, que son "presa fácil", y que nadie se va a alzar a defenderlos. Por eso, en cierto modo, está negando al D-os que oye el clamor del converso, la viuda y el huérfano.
En los meses de Adar y Nisán, se leen cuatro secciones especiales de la Torá. Cada una de ellas va acompañada de su propia Haftará específica. Las porciones de la Torá nos ayudan a prepararnos para Purim, y, finalmente, para Pésaj. Los cuatro pasajes son:
Parashat Shekalim, que trata de la recolección del medio shekel obligatorio para las ofrendas del Beit ha Mikdash; Parashat Zajor, para recordar la mitzvá de erradicar el recuerdo de Amalek, que atacó al pueblo judío tras el Exodo de Egipto; Parashat Pará, que trata de las leyes de la forma de purificación de una persona tras su contacto con un muerto; y por fin, Parashat ha Jodesh, la mitzvá de la santificación de la Luna Nueva.
CUANDO ½ ES MAS QUE 10.000
El Midrash (Eliahu Rabá) nos dice que Hashem sabía que en el mes de Adar, Hamán le ofrecería a Ajashverosh, el rey de Persia, 10.000 kikar de plata si aceptaba el genocidio del pueblo judío.
Por eso, anticipándose al plan de Hamán, Hashem le dio al pueblo judío el mérito de la mitzvá de la donación de medio shekel para el Beit ha Mikdash, mil años antes del complot de Hamán.
Y ese medio shekel, ofrecido como servicio al Creador, fue el que tuvo más peso que los diez mil kikar de plata de Hamán, y condujo a la salvación del Pueblo Judío en los días de Purim.
CUANDO ½ ES MENOS QUE 100%
¿Por qué se entregaba precisamente medio shekel, y no un shekel entero?
El judío debe comprender que él es solamente la mitad del cuadro. Sin su apego a la comunidad, no puede alcanzar un estado de perfección.
Pues Hashem estableció Su relación entre Sí Mismo y Su pueblo. El judío tiene que verse a sí mismo como "medio shekel". Recién es un "todo" cuando se une al cuerpo del Pueblo Judío.
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Escrito y Recopilado por: Rabino Yaakov Asher
Sinclair
Editor y Responsable: Rabino Moshe Newman
Diseño de HTML: Moises Cohen
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