Ki Tisá
18 de Adar 5759; 6 de marzo 1999
Resumen de la Parashá
Contenido
Moshé lleva a cabo un censo en el que recuenta los medios shekel de plata donados por todos los hombres mayores de 20 años. Se le ordena a Moshé que haga un pilón de cobre para el Mishkán - las mujeres donan el metal necesario. Se especifica la fórmula del aceite de unción, y D-os le ordena a Moshé que emplee ese aceite únicamente para el Mishkán, sus vasijas, y para Aarón y sus hijos. D-os escoge a Betzalel y Oholiav como maestros artesanos para el Mishkán y sus vasijas. Se le ordena al Pueblo Judío que cumpla el Shabat como una señal eterna de que D-os creó el mundo.
Moshé recibe las dos Tablas de la Ley, donde están escritos los Diez Mandamientos. La multitud que se mezcló al salir de Egipto con el Pueblo Judío, aterrada ante la aparente demora de Moshé en retornar, fuerza a Aarón a que construya un becerro de oro al que puedan adorar. Aaron trata de demorarlos. D-os le dice a Moshé que regrese al pueblo inmediatamente, amenazando con destruir a todo el pueblo y formar una nueva nación a partir de Moshé. Cuando Moshé ve que esa parte del pueblo practica idolatría, enseguida rompe las Tablas, y destruye al becerro de oro. Los hijos de Levi se ofrecen como voluntarios para castigar a los transgresores, ejecutando a 3000 hombres. Moshé asciende a la montaña para implorarle que perdone al pueblo, y D-os acepta su rezo.
Moshé establece el Mishkán y entonces retorna la nube de gloria de D-os. Moshé Le pide a D-os que le muestre las reglas con las cuales El conduce al mundo, pero su pedido es complacido sólo en forma parcial. D-os le dice a Moshé que haga Tablas nuevas, y le revela el texto de los rezos que invocarán Su misericordia. Se prohíben la idolatría, los matrimonios mixtos, y la combinación de leche y carne. Se enseñan las leyes de Pesaj, el primogénito, los primeros frutos, Shabat, Shavuot y Sucot. Cuando Moshé desciende con el segundo par de Tablas, su cara está iluminada como resultado del contacto con lo Divino.
Comentario a la Parashá
Contenido
"Hashem le dijo a Moshé: lábrate dos tablas de piedra iguales a las primeras..." (34:1)
¿Qué preferirías ser: el Arca Sagrada en el que se guarda la Torá, o la tinta con que está escrita la Torá?
Después de que el pueblo judío oyó los Diez Mandamientos en el Sinaí, Moshé subió a la montaña a recibir el resto de la Torá de Hashem. Y bajó el 17 de Tamuz.
Las dos tablas de piedra que Moshé trajo consigo contenían no solamente los Diez Mandamientos, sino la Torá entera. Todo. El Talmud, la Agadá, etc. En las primeras tablas estaba incluido todo lo necesario para llevar a cabo las instrucciones del Hacedor. No solamente el precepto de colocarse los tefilín, sino también qué eran los tefilín y cómo debía hacérselos. Todos los detalles del Shabat. Todo lo que después se le transmitió a Moshé como Torá Oral estaba escrito en esas primeras dos tablas.
Cuando Moshé bajó de la montaña y vio que el pueblo había construido un becerro de oro, las palabras que estaban escritas en las tablas volvieron volando al cielo. Entonces las tablas se volvieron pesadísimas. Moshé ya no pudo sostenerlas, y cayeron al piso, destrozándose.
Las tablas se volvieron pesadas porque las palabras que volaron eran las palabras de la Torá Oral. Lo que quedó fue la Torá "pesada". Una Torá que incluía el precepto de colocarse tefilín, pero sin ninguna instrucción precisa respecto de qué eran los tefilín ni cómo debía cumplirse la mitzvá. Una Torá "pesada" por tantas cosas que habían quedado sin explicar. Todos los detalles se fueron volando allí de donde vinieron.
D-os le perdonó al Pueblo Judío su infidelidad con el becerro de oro. en Yom Kipur, Moshé trajo un segundo par de tablas. Esas tablas eran, a la vez, menos y más que las tablas originales. Eran menos, en el sentido de que las tablas originales eran obra del Propio D-os, mientras que las segundas fueron labradas por Moshé. Sin embargo, esas segundas tablas le confirieron al Pueblo Judío un nuevo rango más elevado.
Toda la Torá había estado contenida en las primeras tablas; así, el Pueblo Judío y la Torá habían sido dos entes por separado. Israel fue la creación encargada de cumplir y conservar la Torá. Eran como el arca en el que se guarda la Torá.
Sin embargo, las segundas tablas no contenían toda la Torá. En las segundas Tablas Hashem únicamente inscribió la Torá escrita. Las detalladas instrucciones de la Torá Oral le fueron dadas a Moshé como una tradición verbal que habría de transmitirse de maestro a discípulo, a lo largo de la historia.
A diferencia de la primera Torá, escrita solamente en las Tablas, ahora, parte de la Torá iba a inscribirse en el corazón y la mente del pueblo judío.
Al recibir la segundas tablas, el Pueblo Judío dejó de ser simplemente el recipiente donde habría de contenerse la Torá. Pasamos a ser parte misma de la Torá. La tinta de la eternidad, las Sagradas palabras de la Torá, el libro de instrucciones del Hacedor, escritas en la mente del Pueblo Judío, pasaron de "rebe a talmid", en una cadena inquebrantable de tradición.
"(El Shabat) es una señal eterna entre Yo y los Hijos de Israel" (31:17)
El negocio de un zapatero. La puerta está trabada. Todas las persianas, bajas. No se ve ni un vislumbre de luz desde adentro. Uno pensaría que el zapatero se mudó a otra ciudad. Unicamente el cartel encima de la puerta: "Zapatero", nos da una pista de que el zapatero aún regentea el negocio.
Lo mismo con el judío: por más lejos que se distancie de la fe de sus padres; y aunque todas las mitzvot que deberían iluminar su hogar sean como persianas bajas... si por lo menos sigue cumpliendo con el Shabat, entonces es como un cartel que indica que adentro sigue habiendo vida judía, de que la luz del judaísmo no se apagó del todo.
Pero cuando ni siquiera se deja ver ese cartel, el Shabat, entonces es como si el zapatero se hubiera mudado para siempre.
"Lábrate dos tablas de piedra" (34:1)
Había una vez un viajero que quería visitar un país exótico y distante, en el extremo opuesto del mapa. Ese país tenía fama de que a los turistas les resultaba prácticamente imposible entrar a él. Por eso, cuando nuestro viajero recibió su visa de turista, le causó gran asombro. Sin embargo, a pesar de la sorpresa, estaba convencido de que sería detenido en la la frontera y se le negaría entrada al país.
Pero él había decidido sí o sí viajar, por lo que contrató los servicios de un "agente especial", un cierto Sr. Shaker, que tenía contactos en las altas esferas del gobierno del aquel país. Shaker era capaz de abrir "puertas cerradas" como por arte de magia. Pero, como es de esperar, todo esto tenía un precio. Una suma muy respetable que se depositó en una cuenta bancaria numerada. Y entonces llegó el mensaje. Todo listo. Sería recibido en el aeropuerto por un funcionario que lo haría pasar por la aduana y las distintas formalidades de inmigración. No necesitaba llevar nada consigo; ni siquiera la visa. Lo reconocerían inmediatamente y lo harían pasar sin problemas por el aeropuerto.
A su arribo, nuestro viajero bajó del avión y se presentó ante el empleado de inmigraciones. "¡Visa, por favor!", le pidió el oficial uniformado. "¿Qué?", preguntó el viajero. "Dije: Visa, por favor", repitió el oficial, algo fastidiado. "Pero ¿cómo? ¿no me reconoce?"
"Si me da la visa, tal vez pueda reconocerlo", dijo el oficial, sarcásticamente.
"Pero el Sr. Shaker dijo..."
"Mire", dijo el oficial, "no tengo idea de quién sea ese Sr. Shaker, pero lo único que necesita para entrar al país es una visa válida; sin eso, no lo puedo ayudar".
¿Por qué las primeras Tablas del pacto fueron labradas por el propio Hashem, mientras que las segundas fueron labradas por Moshé?
El pecado del becerro de oro no fue verdaderamente idolatría, sino el producto de una equivocación: ellos pensaban que, como El Propio Hashem había labrado las primeras Tablas, era imposible comprender su profundidad sin la asistencia de un poder espiritual exaltado. Por esa razón, el pueblo formó la semejanza de un buey, para adorarlo, porque el buey es una de las criaturas místicas que rodean el trono celestial. Ellos pensaban que, al adorar el becerro, los poderes místicos del buey los ayudarían a trascender los límites del alcance humano y a acercarse a Hashem, comprendiendo Su Torá.
Mientras Moshé estaba aún junto a ellos, confiaban en que Moshé los acercaría a Hashem, y no buscaron otros medios. Pero cuando pensaron que Moshé había muerto, buscaron otras formas de elevarse.
A decir verdad, cada judío cuenta con su propio pasaporte hacia la espiritualidad. Ese pasaporte es la Torá. Ella contiene todas las visas que hacen falta para ir más allá de este mundo. No se precisan agentes ni intermediarios especiales. Con nuestra propia capacidad humana podemos alcanzar lo sublime.
Fue por ese motivo que Hashem le ordenó a Moshé que labrara las segundas tablas: para demostrar que las manos humanas tuvieron que ver con su formación; que, a través de nuestro propio esfuerzo, podemos obtener la ayuda de Hashem para comprender todas las palabras de la Sagrada Torá y para alcanzar grandes alturas. Por eso, la Torá se llama Torat Moshé, la Torá de Moshé. Es posible obtener entrada a sus regiones más esotéricas y más remotas, presentando únicamente la "visa" del esfuerzo humano.
"Aarón les dijo: quitad los aros que están en los oídos de vuestras mujeres, hijos e hijas, y traédmelos" (32:2)
La participación de Aarón en el incidente del becerro de oro es difícil de comprender. No es posible que deliberadamente haya incitado al pueblo a que hiciera un ídolo al que adorar. No. Su intención fue precisamente la opuesta.
La voluntad del hombre está representada por el corazón. Y el corazón se expresa a través del "bolsillo". Al reunir oro de todos los judíos y hacer con él una sola unidad, Aarón trataba de crear un símbolo tangible de la unidad de voluntad del pueblo judío. El oro sería arrojado al fuego y el fuego quitaría las impurezas de la tendencia latente hacia la idolatría.
Lo que quedaría sería algo puro y unificado, un símbolo de la unidad del Pueblo Judío y Hashem.
Sin embargo, la "multitud mezclada" que vino de Egipto junto con el Pueblo Judío, y cuyas intenciones eran verdaderamente idolátricas, introdujeron en el oro poderes de impureza espiritual. Los judíos se vieron arrastrados por esto, y lo que resultó fue el becerro de oro.
"AL QUE ASPIRA A PURIFICARSE ESPIRITUALMENTE, LO AYUDAN DESDE ARRIBA"
El período previo a Rosh Jodesh Nisán es especialmente favorable para la purificación. Ese es uno de los motivos por los que se lee Parashat Pará en esta época del año.
Pero existe otro motivo todavía más básico: en la época del Beit ha Mikdash, el día 15 de Nisán, todo el Pueblo Judío traía el Korbán Pesaj.
La Parashat Pará trata de las leyes de purificación que se requerían para purificar al Pueblo Judío tras el contacto con un cadáver: requisito necesario para entrar al Beit ha Mikdash y traer el Korbán Pesaj.
La Haftará describe la época del Mashíaj, cuando Hashem ha de "salpicar aguas purificadoras en los Hijos de Israel" , quitándoles todas las impurezas que se incrustaron en sus almas.
"YO QUITARÉ EL CORAZÓN DE PIEDRA DE VUESTRA CARNE Y OS DARÉ EN CAMBIO UN CORAZÓN DE CARNE" (46:26)
Las mitzvot de Hashem son nuestra sangre vital. Al descuidarlas, el corazón se congela, y se separa de su fuente de vida. Nos quedamos rígidos espiritualmente hablando. El corazón se atrofia, se vulgariza, y finalmente se vuelve tan duro como la piedra.
Y como nos hicimos un corazón de piedra, no nos damos cuenta de que ése es el motivo por el cual tenemos tan poca fe. ¿Cómo va a tener fe un corazón de piedra? No nos damos cuenta de que nuestras quejas contra el Eterno provienen de la roca que se incrustó en nuestro pecho.
Al final, va a ser demasiado tarde para un "bypass". Hashem vendrá y nos dará un corazón blando, que llore, que quiera oír la palabra de Hashem y que lata al compás de su Hacedor.
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Escrito y Recopilado por: Rabino Yaakov Asher
Sinclair
Editor y Responsable: Rabino Moshe Newman
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