¡Judaismo! - Naso
Naso
7 de Sivan 5759; 22 de mayo 1999
Resumen de la Parashá
Contenido
La Torá asigna con exactitud las distintas tareas relacionadas con el Mishkán que habrán de llevar a cabo los hijos de Gershon, Kehat y Merari, los Bnei Leví. Se lleva a cabo un censo que revela que hay más de 8.000 hombres aptos para ese servicio.Todos los que se hallan ritualmente impuros deben ser enviados fuera del campamento.
Si una persona confiesa que retuvo ilegalmente la propiedad de su prójimo, tras haber jurado lo contrario en la corte, debe pagar una quinta parte adicional del precio base del objeto, y debe llevar una ofrenda de culpa para expiar su transgresión. En el caso de que el demandante haya fallecido sin dejar herederos, el pago deberá efectuarse a un kohen.
En ciertas circunstancias, el marido que sospecha que su mujer le ha sido infiel, la lleva ante un kohen. Este prepara una bebida de agua mezclada con un cierto polvo y una tintura especial que se utilizaba para escribir el Nombre de Hashem en un pergamino. Si la "sotá" es en verdad inocente, el brebaje no le hace ningún daño, y hasta es una bendición de hijos. Pero si es culpable, sufre una muerte sobrenatural.
El nazir es la persona que, en forma voluntaria, hace votos de dedicarse por completo a Hashem durante un lapso específico de tiempo. Tiene la obligación de abstenerse de todos los productos de la vid, de dejarse crecer el pelo, y de evitar todo contacto con cadáveres. Al final de dicho lapso, se rasura la cabeza y lleva ofrendas especiales al Templo, antes de retomar una vida normal. Si no completa debidamente su cuenta, tiene que empezar a contar de nuevo, después de afeitarse y llevar la ofrenda al Templo.
Los kohanim tienen la obligación de bendecir al pueblo. Se completa el Mishkán y se dedica el primer día de Nisán del segundo año después del Exodo. Los Príncipes de cada tribu hacen un regalo comunitario para ayudar a transportar el Mishkán, además de ofrecer donaciones individuales de oro, plata y ofrendas animales y vegetales.
Comentario a la Parashá
Contenido
"Su ofrenda era: un tazón de plata, con un peso de ciento treinta (siclos), y una palangana de setenta siclos del siclo sagrado; ambos repletos de sémola mezclada con aceite por ofrenda vegetal" (7:13-14)
Una conversación imaginaria. "¡Guau! ¡Qué concierto! ¡Nunca oí a la Sinfónica de Londres tocar tan pero tan bien! ¡La Primera de Brahms fue absolutamente soberbia!"
"¿Te parece?... Yo la semana pasada fui a un recital de los Boston Pops y te puedo asegurar que tocaron la misma música..."
O, por ejemplo...
"El Yago de Ian McKellen es sin lugar a dudas una de las interpretaciones shakespeareanas más contundentes de este siglo..."
"Sí, pero ¿es la única tragedia que escribió Shakespeare? Siempre lo mismo: Otelo, y después Hamlet y después Macbeth y después el Rey Lear, y otra vez Otelo. Una vez cada tanto se acuerdan de incluir Timón de Atenas o Antonio y Cleopatra, pero fuera de eso siempre la misma historia..."
Una vez que Moshé terminó de construir el Mishkán, lo consagró, junto con todos sus utensilios y vasijas. Entonces los Príncipes de Israel llevaron ofrendas para inaugurar el Mizbeaj (altar). Día tras día, cada príncipe, representando a su tribu, llevó sus ofrendas. Durante doce días consecutivos llevaron sus ofrendas. La Torá describe fielmente cada una de las ofrendas de cada uno de los príncipes, y todas son idénticas. Absolutamente idénticas: "un tazón de plata, con un peso de ciento treinta (siclos), y una palangana de setenta siclos del siclo sagrado; ambos repletos de sémola mezclada con aceite por ofrenda vegetal; un cucharón de oro de diez (siclos) lleno de incienso; un toro joven, un carnero, una oveja en su primer año por ofrenda ígnea; un macho cabrío por sacrificio expiatorio; y por ofrenda pacífica festiva: dos vacunos, cinco carneros, cinco machos cabríos, cinco ovejas en su primer año".
No es una lista breve. La Torá registra esta misma lista una y otra vez. Doce veces, en total.
¿Por qué la Torá no dice que los doce príncipes trajeron todos ofrendas idénticas? La Torá no dice en vano ni una sola palabra, ni siquiera una letra o un punto. Si la Torá menciona una aparente redundancia doce veces, debe haber un motivo valedero.
La respuesta es que las ofrendas no eran idénticas. Cada una contenía en sí el entusiasmo individual del príncipe que la trajo. Cada una estaba permeada de la personalidad única de su dueño, de su propia devoción personal, de su propia lucha espiritual.
Igual que dos músicos que toman una melodía idéntica y le infunden cada uno su propia individualidad; o como un actor que es capaz de arrancar una interpretación nueva y original a partir de líneas que fueron dichas y repetidas durante cientos de años, así también cada uno de los doce príncipes de las tribus de Israel trajo junto con su ofrenda su propia individualidad, y la singularidad de su tribu, como ofrenda a su Creador.
"Moshé tomó los vagones y los bueyes y se los dio a los leviim... Y a los hijos de Kehat no les dio; pues el servicio sagrado estaba sobre ellos, transportaban sobre los hombros" (6:6-9)
Imagínate que estás sentado en la primera fila del Carnegie Hall. La orquesta está a punto de entonar los famosos acordes iniciales de la Quinta de Beethoven: "Da, da, da, Dá... Da, da, da... -y entonces, para tu horror, toda la orquesta toca una nota exactamente un semitono más alto de lo que escribió Beethoven: "¡Dá!". El sonido es como alguien que arrastra las uñas por el pizarrón, algo insoportable, imposible de describir.
La música no perdona. Funciona absolutamente enclaustrada en un sistema cerrado. Basta un paso afuera de la escala, afuera del sistema, para que nos rechinen los dientes.
Sin lugar a dudas, el más grande músico que alguna vez vivió fue el Rey David. En el Salmo 119, David Hamelej alaba a Hashem. Dice: "Tus jukim (leyes que sobrepasan el entendimiento humano) fueron para mí canciones". ¡Qué bello sentimiento! El Rey David alaba a Hashem diciéndole que los misterios de las leyes de Hashem, los jukim, le sonaron como canciones.
No obstante, el Talmud (Sotá 35a) nos dice que por culpa de ese sentimiento, Hashem dejó que el Rey David cometiera un error que ni siquiera un niño de jardín de infantes no cometería. Un error que condujo a la muerte de Uzá, el hijo de Avinadav.
El error del Rey David consistió en traer el Arca Sagrada a Jerusalén en un vagón. La Parashá de esta semana nos dice que la razón por la que Moshé no les asignó vagones a Bnei Kehat fue porque no les hacían falta. Bnei Kehat eran los encargados de transportar el Arca Sagrada sobre los hombros. El Arca no podía transportarse en un vagón.
¿Qué fue lo que estuvo fuera de lugar en la alabanza del Rey David, para que le hiciera cometer semejante error, y por qué recibió precisamente ese castigo? ¿Qué tiene que ver la canción con el vagón?
En hebreo, la palabra "vagón" es agalá, que se relaciona con otra palabra, igul, que significa "círculo". La música existe en un sistema limitado, encerrado por las estrecheces de la tonalidad. En cada octava, se vuelve a repetir. La música podrá ser "la más profunda de las artes, siendo profunda, por debajo de las artes" (E.M. Forster), pero no obstante existe dentro de una estructura finita. Una nota fuera de la escala es algo simplemente imposible de soportar. Como el ruido que hacen las uñas en el pizarrón. Una transgresión más allá de las fronteras de la esfera musical. Como un círculo fuera del cual nada puede existir: la música es un sistema fijo.
La esencia del jok, estatuto, es que existe afuera de los sistemas que somos capaces de comprender. Existe fuera de la O ajustada y universal de este mundo. Se encuentra eternamente más allá del alcance del hombre, fuera de su sistema de reconocimiento.
Ahora podemos entender la aptitud del castigo que recibió el Rey David. El cometió una falta al colocar en un vagón el Arca Sagrada, que, en este mundo, es la representación quintaesencial de la jok, la sabiduría sobrenatural. El trató de hacer que viajara en una agalá, en un igul. En un círculo. En la escala musical. Quiso que las infinitos misterios del jok viajaran en el círculo de este mundo finito.
"Que Hashem te ilumine Su rostro y te conceda gracia" (6:22)
Podrá haberse activado el transmisor de radio más potente del mundo, de 50.000 vatios de fuerza, pero si del otro lado no encendieron la radio, no se va a oír nada.
En el versículo que citamos, la "gracia" significa que uno halla favor a los ojos de los demás. Pero la pregunta es obvia: si Hashem nos ilumina Su rostro, ¿qué duda puede haber de que habremos de hallar favor a los ojos de los demás? ¿Para qué hace falta otra brajá más, de que también habremos de hallar gracia a los ojos de los demás?
Puede ocurrir que poseamos las mejores virtudes, pero nadie se dé cuenta. Nuestras virtudes pueden vivir como una princesa encerrada en la torre de un castillo, sin que nadie reconozca nuestra verdadera forma de ser.
Cuando Yosef estaba en la cárcel en Egipto, Hashem hizo que hallara gracia a los ojos del guardia. A Yosef se lo llama Yosef haTzadik, Yosef el justo, no Yosef un justo, sino Yosef el justo. Yosef era la esencia misma de la rectitud, y aun así Hashem tuvo que concederle que hallara favor a los ojos del guardia de la cárcel.
Hay gente que no es capaz de percibir las verdaderas virtudes de una persona, y muchas veces hasta cree que es lo opuesto de lo que en verdad es. Hace falta una brajá especial para que las virtudes de una persona sean reconocidas por el resto del mundo. Es la brajá de hallar gracia a los ojos de los demás, de que su receptor esté encendido para nosotros.
De la librería de Cassettes Or Sameaj...
CASSETTE Nº83 "CONOCERCE A SÍ MISMO" II PARTE
Adaptado de la charla del Rab Blidstein, Rosh Yeshivat Or Sameaj,
Jerusalem, Depto. Latinoamericano
El estudio de la Torá debe ser parte intrínseca de cada judío. Cuanto uno pueda dedicar para aprender una halajá (ley), y llevarla a cabo, cuanto más uno lleve a la práctica la Torá que Hashem nos entregó, así más y más será su recompensa en este mundo y el mundo venidero.
El yetzer hará (la mala inclinación) buscará todo tipo de excusas y argumentos para que el judío no llegue a abrir siquiera un libro de halajot. Podrá decirle "¿Qué tiempo tienes para dedicarte a cosas que están fuera de tu conocimiento? Deja eso a un lado, tienes cosas más importantes que hacer, como buscar de dónde vendrá el próximo centavo..."
Una persona que es muy pobre podrá argumentar que por estar ocupado en la búsqueda de lo que va a poner sobre la mesa cada día no puede dedicar tiempo al estudio de Torá.
Luego de 120 años, cuando vaya al Cielo y le cuestionen sobre su insignificante dedicación a la Torá, no le servirán sus argumentos de necesitado. Le dirán que ya hubo un Hilel HaZakén, quién era muy pobre y no podía pagar su entrada a la yeshivá. El protero le negó la entrada rotundamente al joven Hilel, pero eso no lo desanimó. Apesar de la nevada que en ese momento caía, Hilel subió al techo de la yeshivá y se acomodó como pudo al lado del tragaluz, para no perderse de escuchar la clases que dictaban y aprender Torá a toda costa.
Al día siguiente, cuando los alumnos entraron al Bet Midrash de la yeshivá, notaron que el tragaluz estaba obstruído. Cuando subieron a despejarlo de la nieve que cayó el día anterior descubrieron con sorpresa a Hilel en estado inconsciente; lo reanimaron y alojaron hasta que se recupere. Los directores de la yeshivá, al notar tal afán por el estudio de Torá, le concedieron a Hilel entrada a la yeshivá sin pago alguno. Y este joven con los años llegó a ser nada menos que el líder de una de las dos renombradas casas de estudio: Beit Hilel.
De la coleccion de las charlas expuestas por los Rabinos de Yeshivat Or Sameaj, atesoradas en cassettes, ahora a vuestra disposición. Par amayor información sobre cómo obtener copias de estos cassettes escríbanos un e-mail a:
Shimshon (Sansón) es el Nazir más famoso del Tanaj, y es por eso que la parashá de esta semana, que describe las leyes referidas al nazir, está complementada por la historia del nacimiento de Shimshon.
EL HUMO ENTRA A LOS OJOS
"... Y ahora, ten cuidado de no beber vino ni bebida intoxicante, y de no comer nada prohibido (al nazir), porque el muchacho será nazir de D-os desde el seno materno hasta el día de su muerte". (13:7).
Las investigaciones llevadas a cabo en el campo de la medicina han demostrado que existe una reacción fetal graduada al humo que inhala la madre, vale decir, que cuanto más fume la madre durante el embarazo, mayor será el riesgo para el feto.
No hay un punto de cierre debajo del cual se puede decir que el cigarrillo no afecta al niño por nacer. El mejor consejo es no fumar en absoluto durante el embarazo (ni antes o después, para el caso). El fumar no sólo que repercute en el feto, sino que las investigaciones demostraron que el estado físico y emocional en general de la madre influyen en forma directa en el niño por nacer.
Por ende, no debe sorprendernos que nuestro estado espiritual también ejerza un impacto tremendo en nuestros futuros hijos. A partir del momento de la concepción en adelante, los pensamientos y los sentimientos moldean la personalidad del niño por nacer.
Si queremos que nuestros hijos sean santos, haremos bien en comenzar su educación a edad muy temprana, muy muy temprana. Mucho antes de que siquiera lleguen al mundo. Las personas que seamos nosotros, y el nivel espiritual que poseamos, habrán de influir en nuestros hijos inluso antes de que se divida la primera célula.
ESTE VERANO ES PARA PASARLO EN ISRAEL!!!Aprovecha tu verano de vacaciones escolares y ven a pasarlo en Israel. Enriquece tus conocimientos judaicos a la vez que exploras la tierra de nuestros padres. En Colegios Or Sameaj tenemos disenado programas especiales para una estadia involvidable desde dos semanas hasta tres meses. Tu decides.
Escrito y Recopilado por: Rabino Yaakov Asher
Sinclair
Editor y Responsable: Rabino Moshe Newman
Diseño de HTML: Moises Cohen
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