¡Judaismo! - Ajarei Mot-Kedoshim
Ajarei Mot-Kedoshim
Resumen de la Parashá
Parashat Ajarei Mot
Hashem ordena a los kohanim que tengan muchísimo cuidado cuando ingresan al Mishkán. En Yom Kipur, el Kohen Gadol debe acercarse a la parte más santa del Mishkán, tras ciertos preparativos especiales y vestido con ropas específicas. El Kohen Gadol presenta ofrendas que son exclusivas de Yom Kipur, incluyendo los dos carneros idénticos que se designan por lotería. Uno es "para Hashem", y se ofrece en el Templo, y el otro es "para Azazel", en el desierto. La Torá enuncia las obligaciones individuales de Yom Kipur: El día décimo del séptimo mes, el individuo se debe abstener de comer, beber, untarse, usar calzado de cuero, lavarse y mantener relaciones maritales.
Se prohíbe el consumo de sangre. La sangre de los animales sacrificados y las bestias salvajes debe ser cubierta. Se advierte a las personas que no se dediquen a las prácticas malvadas que eran comunes en Egipto. Se define y prohíbe el incesto. Se prohíben las relaciones maritales durante el ciclo mensual de la mujer. Quedan prohibidas la homosexualidad, la bestialidad y los sacrificios de niños. Se convoca a la nación a que sean todos santos, que no se profanen con estas prohibiciones de modo que ameriten vivir en la Tierra de Israel.
Parashat Kedoshim
La Torá detalla la manera en que el Pueblo Judío debe cumplir los mandamientos para ser santos. Se prohibe la idolatría, comer de las ofrendas después del tiempo límite, robar, negar que uno robó, jurar falsamente, retener propiedad ajena, retrasarse en el pago a los empleados, odiar o maldecir a otro judío (especialmente a los padres), hablar chismes, poner un obstáculo físico o espiritual en frente de otro, pervertir la justicia, no actuar cuando otros están en peligro, avergonzar a otro, tomar venganza, guardar rencor, mezclar especies, vestir una ropa hecha de lino y lana juntos, cosechar un árbol durante sus tres primeros años, embriagarse, hacer práctica de la brujería, afeitarse la barba y las patillas, hacerse tatuajes en la piel. Las mitzvot positivas son: respetar a los padres y ancianos, dejar parte de la cosecha para los pobres, amar a otros (especialmente a un convertido), comer frutas de un árbol en su 4to año en Jerusalem, respetar el Bet Hamikdash, respetar a los Rabinos, los ciegos y los sordos. La vida familiar deber ser sagrada. Se nos advierte no imitar el comportamiento de los gentiles, para no perder la Tierra de Israel. Debemos cumplir con kashrut y mantener nuestro estatus separado y particular.
Comentario a la Parashá
Parashat Ajarei Mot
"Tras la muerte de los dos hijos de Aarón..." (16:1)
La persona que oye las malas lenguas y no realiza ninguna objeción o, por lo menos, demuestra desagrado, en realidad está de acuerdo con lo que se dijo. Es como si ella misma hubiera pronunciado esas palabras, y por lo tanto, es merecedora del mismo castigo.
Cuando los Bnei Israel viajaban por el desierto, Moshe y Aarón los conducían, seguidos por Nadav y Avihu, y, luego, por el resto de la nación.
Una vez, Nadav le dijo a Avihu: "¿Cuándo van a fallecer estos ancianos, así podemos llegar al liderazgo?" Entonces Hashem dijo: "Veremos quién entierra a quién". Y El dejó que ellos cayeran, y finalmente fueran castigados con una muerte Divina.
Se entiende que Nadav haya sido castigado, pero ¿cuál fue la culpa de Avihu? El se quedó callado.
Avihu fue castigado porque no reaccionó con el desagrado que merecían las palabras de Nadav. Y por eso, era tan culpable como su hermano.
"Y él (Aarón) colocará el incienso en el fuego delante de Hashem" (16:13)
En la primera parte del servicio de Yom Kipur, en el Beit haMikdash, el Kohen Gadol quemaba incienso en el Santo de los Santos.
Los Tzedukim (seduceos) , quienes negaban la autoridad de la Torá Oral, afirmaban que el incienso primero debía colocarse en el fuego, en un brasero afuera del Santo de los Santos, y recién entonces el Kohen Gadol debía llevarlo adentro. El Talmud (Yoma 53) cita el versículo antedicho como prueba de lo contrario: que el incienso debía colocarse en el fuego "delante de Hashem".
En cada generación, el pueblo judío tiene sus "tzedukim", los que desean introducir todo tipo de novedades al judaísmo a partir de lo que vieron "afuera", imitando el mundo secular y trayendo "mejoras", "ajustes" y "modernizaciones" a la santidad de Israel. Los Sabios de la Torá de cada generación libran una batalla amarga y constante contra dichas "mejoras".
Lo cual no significa que la Torá se haya estancado en una época pasada. Por el contrario, la Torá le habla a cada generación acerca de todos los aspectos de la vida: a veces, introduciéndose en los más rebuscados detalles de la ciencia, a fin de expresar el modo en que se aplica la Halajá a todo lo que pertenece al mundo moderno. Pero esa perspectiva se extrae de la esencia interna de la Torá, no al revés.
La Torá se dirige al mundo moderno, no en términos de un compromiso formal, no aplaudiendo la ideología de la hora, no siguiendo los dictados de las modas del mundo. La Torá ve al mundo a través de principios intrínsecos conservados dentro de criterios inalterables.
"No imitéis las prácticas de la tierra de Egipto, en la que habitasteis..." (18:3)
Un grupo de gente vive en la cima de una montaña que culmina en un abrusco peñasco, tras lo cual hay un abismo de enorme profundidad. Un ciudadano con sentido
cívico, por propia iniciativa, construye un vallado de seguridad para evitar que las personas se acerquen demasiado al borde del peñasco y, sin darse cuenta, se caigan al precipicio. ¿Acaso alguien va a quejarse de que esta persona está limitando su libertad de movimiento al reducir la probabilidad de que se caiga al precipicio y muera? Cuántas veces oímos decir, a aquéllos que no comprenden la verdadera naturaleza de la legislación rabínica, que nuestros rabinos restringieron nuestra vida a través de leyes y prohibiciones adicionales, innecesarias y complicadas. Sin embargo, la persona que entiende la gravedad de transgredir la ley de la Torá, los desvastadores efectos que tal acción tendrá en su neshamá, en su vida eterna, y en el mundo en general, se siente mucho más seguro de saber que se erigieron vallas de seguridad para evitar que caiga en el precipicio espiritual.
Parashat Kedoshim
"Ama a tu prójimo como a ti mismo, Yo soy Hashem" (19:18)
Había una vez dos amigos.
Rara vez se ha visto una amistad semejante.
Literalmente hablando, no había nada que uno no hiciera por el otro, tan grande era su mutuo afecto.
Un día, uno de ellos fue acusado falsamente de cometer un pecado capital. Fue arrestado y encarcelado en el calabozo del rey. Tras un breve juicio, fue sentenciado a muerte.
Su amigo no escatimó esfuerzos, ni de día ni de noche, para que lo liberaran e indultaran. Pidió audiencias con personalidades de poder e influencia. En vano.
Se fijó la fecha de la ejecución.
Una mañana gris, ese hombre inocente fue caminando tristemente a la horca. Una multitud de rostros; algunos truculentos de deleite, otros llorando, se amontonaron en su ruta a la muerte. Y allí estaba también su amigo, con una mirada de indescriptible tristeza en el rostro.
El condenado ya estaba parado en el cadalso. El verdugo, con una capucha negra, colocó el lazo alrededor del cuello y, como un macabro sastre, lo ajustó a medida.
Varios centímetros al costado del condenado había una trampa . El verdugo probó a ver si la trampa se abriría eficientemente bajo los pies de ese pobre judío. El acusado contempló el abismo hacia donde se había abierto la trampa. Su entrada al otro mundo.
De pronto, hubo una interrupción desde la multitud. Un hombre grita: "¡¡Detengan la ejecución!! ¡¡Detengan la ejecución!!" Era su amigo. Incapaz de soportar la escena, fue corriendo hacia la horca gritando "¡¡Detengan la ejecución!! ¡¡Detengan la ejecución!!" Están por colgar al hombre equivocado. Yo soy el verdadero culpable. ¡Cuélguenme a mí, no a él!!" La multitud murmuró, sobresaltada. Era más de lo que podían imaginar.
Cuando el acusado vio que su amigo estaba tratando de salvarlo sacrificándose él mismo, empezó a gritar: "¡¡No le hagan caso!! ¡No le hagan caso!! ¡¡Yo soy el culpable, no él, cuélguenme a mí!!"
A lo que él otro respondió: "¡¡No es verdad!! ¡Yo fui el que lo hizo!! ¡Cuélguenme a mí!"
Los dos le gritaron al verdugo, que estaba en medio de los dos. Con el grito de cada uno, la cabeza del verdugo giraba de acá para allá, y cuando los gritos escalaron en velocidad y volumen, parecía que si el verdugo llegaba a girar la cabeza más rápido, ¡él sería el primero en perderla!
Sea como fuere, quedó en claro que ese día no habría ejecución. La multitud, decepcionada, se dispersó lentamente.
El asunto llegó a oídos del rey, quien ordenó que los dos hombres se presentaran ante él.
"Muy bien, ¿qué es lo que en verdad ocurre?, preguntó el rey. ¿Por qué los dos quisieron que los colgaran? Si me dicen la verdad, los indultaré a ambos".
"La verdad es que ninguno de nosotros es culpable del delito, su majestad. Somos amigos. Yo no soporté ver cómo mi amigo iba derecho hacia la muerte. Y decidí que daría mi vida para que él pudiera vivir". "Lo mismo ocurre conmigo", dijo el otro.
El rey contempló a ambos. Obviamente, estaba muy conmovido por lo que había oído. Entonces dijo lo siguiente: "Mantendré mi palabra y los indultaré a ambos. Pero con una condición: que también sean amigos míos".
La Torá nos enseña: "Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy Hashem".
Cuando una persona ama a su amigo tanto como a sí misma, entonces "Yo soy Hashem" : el Propio Hashem Se hace amigo de ambos.
"Seréis santos..." (19:2)
En los Diez Mandamientos, la mitzvá del Shabat va seguida de "Honrar a los padres".
Sin embargo, en esta parashá, el orden se invierte: primero viene la mitzvá de temer a los padres, y recién después la mitzvá del Shabat.
En el campo de la acción, el área más exigente de santidad es la mitzvá de honrar y temer a los padres.
Por el otro lado, el Shabat es la realización esencial de la santidad de la mente.
En el camino a la santidad, que es el tema de la parashá de esta semana, las acciones deben venir antes que los pensamientos. Pues el individuo primero debe santificar sus actos, y recién después puede elevarse al nivel de santidad del pensamiento.
Por eso, la mitzvá de temer a los padres, que es santidad en la acción, aquí antecede a la mitzvá del Shabat, que es la santidad en el pensamiento.
"Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy Hashem" (19:18)
Rabí Akiva afirma que éste es el principio fundamental de toda la Torá. Pero, a decir verdad, ¿cómo es posible amar a otra persona como se ama a uno mismo?
La perspectiva que la persona tiene del mundo suele ser egocéntrica, y hasta cuando se comporta de un modo altruista, sus actos suelen emanar del deseo de sentirse bien consigo mismo.
Eso no es amar al prójimo como a uno mismo. ¡Eso es amarse a uno mismo!
Entonces, ¿cómo se puede amar a otro igual que a uno mismo?
La respuesta está al final del versículo: "Yo soy Hashem".
Cuando una persona se coloca en el centro del universo en vez de colocar a Hashem, entonces, necesariamente, todas las otras creaciones están a años luz de él. Como él se siente el centro de todo, necesariamente siente que está alejado de su prójimo. Puede haber un solo centro. Y el centro lo acaparó para sí mismo.
Pero cuando admite que él no es D-os, sino que "Yo soy Hashem", Hashem es D-os, entonces, como creación de Hashem, se ve a sí mismo unido a su prójimo. Porque tanto él como su prójimo son puntos equidistantes del Centro de todas las cosas.
En un sentido, ya no hay diferencia entre "yo" y "tú", pues todos somos expresiones de la voluntad del Creador, y tanto como me amo a mí mismo, soy capaz de amar a mi prójimo.
Haftará
Ashkenazim: Amos 9:7-15
Sefaradim:Yejezkel 20:2-20
"He aquí que vienen días -las palabras de Hashem- cuando el que siembra se encontrará con el que cosecha" (Amos 9:13)
Un "bicho de ciudad", que nunca había salido de la gran urbe, se encontró cierta vez en el campo, contemplando a un granjero que araba la tierra y sembraba semillas. Pensó: "Ciertamente esta persona necesita urgente tratamiento psiquiátrico: ¡entierra granos en perfecto estado, para que se pudran!" El hombre se fue, y regresó a su ciudad. Pero si se hubiera quedado más tiempo en el campo, habría sido testigo de cómo cada semilla en estado de "putefracción" había brotado, produciendo cuantiosas espigas de trigo que habían sido cosechadas y cuyos granos bastaban para un año entero de consumo. Si no se hubiera ido, habría entendido que el arado y el sembrado eran solamente etapas necesarias para llegar a ese fin, y no se le habría ocurrido pensar que el granjero era un lunático. Pero, como regresó a la ciudad, no tenía idea del verdadero propósito del granjero.
En nuestros días, miramos en derredor nuestro, y vemos que los malvados prosperan y los justos sufren. Sin embargo, no vemos más que el comienzo del proceso, y no percibimos ni su propósito ni su finalización. En un futuro, cuando se revele en forma completa la guía providencial de Hashem en este mundo, comprenderemos el propósito de cada evento, por más ilógico o injusto que nos parezca ahora: el "arado" será visto desde la perspectiva de la "cosecha": "cuando el que siembra se encontrará con el que cosecha".
Comentarios sobre las Canciones que cantamos en la mesa de Shabat a través de las generaciones.
Mah Yedidut
"Cuan
Amado..."
Bejen narutz likratej;boi jalá
nesujá
Por eso corremos hacia ti; Ven, Oh Novia Real.
Cuando un hombre corre en una plaza pública, y se choca con otro que va caminando, el que corre es responsable del daño que cause, porque no es la norma ir corriendo en un lugar público. Pero si el acto de correr tuvo lugar apenas antes del comienzo del Shabat, el que corría es perdonado, porque está permitido correr para recibir como corresponde al día santo, igual que se recibe a un invitado de la realeza.
Rabí Janina solía exclamar antes del Shabat: "Salgamos hacia la novia real, el Shabat." Rabí Yanai se vestía con sus mejores galas y proclamaba: "Ven, oh novia; ven, oh novia".
Esa es la visión que expresamos al darnos vuelta en la última estrofa del "Leja Dodi". Y es ésta escena la que representamos al entonar: "Por eso corremos hacia ti; ven, oh novia real".
Escrito y Recopilado por: Rabino Yaakov Asher Sinclair
Editor y Responsable: Rabino Moshe Newman
Diseño de Producción: Lev Seltzer
Diseño de HTML: Eli Ballon
Esta y otras publicaciones de Torá (en Inglés) están disponibles en el E-Mail. Para suscribirse a Judaismo, enviar el mensaje "sub judaismo {su nombre completo}" a listproc@ohr.edu
Or Sameaj es un grupo de Yeshivot y centros de acercamiento, con sucursales en Norte América, Europa, Sud Africa y Latino América. El Campo Central en Jerusalem provee un completo servicio educacional para más de 550 estudiantes de día completo.
© 1998 Ohr Somayach International. Esta publicación puede ser distribuida intacta a otra persona sin previo permiso. Invitamos a nuestros lectores a incluir nuestro material dentro de otras publicaciones, como revistas comunitarias. Sin embargo, solicitamos que nos soliciten permiso de antemano, y que luego nos envien una copia del ejemplar.
Instituciones Or Sameaj
Calle Shimon Hatzadik #22, Apdo. 18103
Jerusalem 91180, Israel
Tel: 972-2-810315 Fax: 972-2-812890
info@ohr.edu
Copyright© 1998 Or Sameaj Internacional. Envía comentarios a: info@ohr.edu - todos los derechos reservados. Las publicaciones electrónicas de Judaísmo pueden ser dedicadas en memoria de algún ser querido, o celebrando alguna fecha especial. Póngase en contacto con nosotros para mas detalles.