¡Judaismo! - Ree
Ree
30 de Av 5758; 22 de agosto 1998
Resumen de la Parashá
Contenido
Moshé presenta ante la nación la bendición de una vida orientada hacia lo espiritual, y la maldición de estar desconectados de Hashem. Cuando la nación ingrese a Eretz Israel, debe quemar todos los árboles que fueron utilizados para la idolatría, y debe destruir todas las estatuas idolátricas. Hashem elegirá un solo lugar donde habrá de morar la Presencia Divina. Las ofrendas sólo deberán presentarse en ese sitio, y no en un altar privado.. Moshé reitera su advertencia de no comer sangre animal. En el desierto, toda la carne era sacrificada en el Mishkán, pero en Eretz Israel puede ser sacrificada ritualmente en cualquier parte. Moshé enumera las categorías de alimentos que solamente pueden comerse en Jerusalén.
Moshé advierte a la nación que no debe emular el comportamiento de las demás naciones. Como la Torá es completa y perfecta, no se le puede añadir ni quitar nada. Si un falso profeta le dice al pueblo que abandone en forma permanente la Torá, o que practique la idolatría, debe ser sentenciado a muerte. El que incita a otros a que adore ídolos será sentenciado a muerte. Se debe arrasar la ciudad idolátrica. Está prohibido demostrar excesivos signos de duelo, como por ejemplo, hacerse marcas en la piel o rasurarse entre los ojos.
Moshé reitera las clasificaciones de alimentos kosher y no kosher, así como la prohibición de cocinar carne con leche. Lo producido del segundo diezmo debe comerse en Jerusalén, y si la cantidad es demasiado para ser transportado, debe ser cambiado por dinero, con el que se comprará comida en Jerusalén. En ciertos años, ese diezmo es entregado a los pobres. Se instruye a los israelitas a que siempre sean generosos, y al séptimo año se deben cancelar las deudas: Hashem bendecirá a la persona en todos sus emprendimientos. El esclavo hebreo es liberado tras seis años, y debe ser enviado con generosas provisiones. Si se niega a irse, se le agujerea la oreja con un punzón frente a la puerta, y permanece como esclavo hasta el año del jubileo. La Parashá finaliza con una descripción de las tres fiestas de peregrinación: Pesaj, Shavuot y Sucot.
Comentario a la Parashá
Contenido
"Pues surgirá entre vosotros un profeta..." (13:2)
En la parashá de esta semana hay una extraña advertencia acerca de una situación de la cual hoy somos testigos. Vivimos en una era en la que muchos judíos son presa de los misioneros de otras religiones.
La Torá nos advierte que hay tres formas de alejar al judío de su religión:
1) Puede ocurrir que el judío se ciegue ante una persona carismática, una celebridad, un personaje de fama o hasta un "gurú" de alguna secta oculta... A través de la fuerza de su personalidad, esa persona puede hacer que los judíos se alejen del judaísmo. La Torá nos advierte en ese sentido, diciendo: "No escuchéis las palabras de ese profeta" (13:4)
2) A veces, un hermano puede hacer que una persona se aleje de sus raíces judías: "El judaísmo no tiene nada que ofrecerte. Escucha: yo soy tu hermano; hazme caso. ¿Por qué no vienes a un retiro de fin de semana con el "Maestro"? Te prometo que vas a estar súper bien..." En contra de este tipo de ataques, la Torá nos dice: "Si tu hermano,..., o tu hijo o tu hija o (tu) mujer.. o tu amigo que es como tu propia alma te incitaren secretamente, diciendo: 'Vamos a adorar los dioses de otros... desde un confín de la tierra hasta el otro confín de la tierra... no accedas y no lo escuches..." (13:7).
3) El tercer ataque es el que ejerce la presión externa: uno no quiere estar fuera de ritmo con la marcha de las masas. Las modas de las ideas son tan transitorias como las modas de la ropa. El devoto de las modas es presa de cualquier "ismo" nuevo que surja. Está a merced de la mente de la plebe. Con referencia a esta forma de "lavado de cerebro", dice la Torá: "Hombres sin ley han surgido de vuestro medio, y han hecho que los habitantes de su ciudad se descarríen diciendo: 'Vayamos a adorar a los dioses de otros..." (13:15)
"¡Ve! Hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldición" (11:26)
Cuando uno oye cómo el rabino exhorta a la gente a que viva una vida más espiritual y desdeñe las "ollas de carne", uno se pone a pensar: "Y ¿qué sabe él de ollas de carne, como para decirme a mí que es mejor vivir una vida espiritual? Tal vez, si él tuviera un Rolls Royce, no rechazaría tan rápido el materialismo..."
Si hubo alguien que sabía lo que eran las "ollas de carne", ése era Moshé. Moshé creció con una "cuchara de oro" egipcia en la boca. Moshé era uno de los hombres más ricos del mundo; príncipe de Egipto. El sabía lo que era el materialismo. El sabía lo que era el lujo. Pero, por otro lado, él no alentó al pueblo judío a que abrazara la espiritualidad debido a que odiara el materialismo. Moshé sabía mejor que nadie lo que tiene para ofrecer el mundo espiritual. Había estado en el cielo tres veces, 120 días en total, ¡4 meses entre los ángeles! Moshé conocía ambas caras de la moneda, como no las conoció ninguna otra persona, ni antes ni después que él.
En hebreo, las primeras frases de la parashá de esta semana se pueden leer: "Mira, yo coloco ante ti..." o "Mírame, yo coloco ante ti la bendición y la maldición". En otras palabras, lo que decía Moshé era: "Cuando tomes decisiones trascendentales, cuando elijas tu camino, mírame: yo estuve en ambos lados, y yo te lo puedo asegurar: ¡elige el camino espiritual!".
"¡Ve! Hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldición" (11:26)
Nuestros Sabios nos enseñan que uno siempre se debe imaginar que todo el mundo está en un estado de perfecto equilibrio: una mitad, mérito, y la otra mitad, culpa. Debe considerar que si él hace tan sólo una sola mitzvá, va a hacer inclinar la balanza de juicio del mundo del lado del crédito, pero que si hace una averá (transgresión), ha de inclinar la balanza del lado negativo... (Kidushin 40).
Por lo tanto, la Torá le dice a cada persona: "¡Ve!" Cada uno de los actos que haces "pongo delante de vosotros una bendición y una maldición", para que tú tengas el poder de inclinar la balanza en la dirección que sea...
"¡Ve! Hoy pongo delante de ti una bendición y una maldición" (11:26)
La riqueza y la pobreza no siempre ejercen el mismo efecto en una persona.
Hay personas a las que la riqueza los influye para bien, y a través de la bendición de su riqueza alcanzan una apreciación más grande de Hashem. Sin embargo, de haber sido pobres, habrían estado tan ocupados buscando comida, que se habrían olvidado de su Creador. Eso fue lo que ocurrió en Egipto, en que los israelitas estaban tan exhaustos a causa de las duras labores, que no escucharon a Moshé.
Por el contrario, están aquéllos a los que la riqueza los aleja del sendero de la rectitud, tal como vemos tan a menudo en nuestra historia, cuando el pueblo judío se volvió próspero y se olvidó de Aquél Que les dio todo lo que tenían.
No obstante, cuando una persona es pobre, Hashem no ignora sus súplicas.
Eso es lo que afirma el versículo: "Ve: hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldición". Y no pienses que la bendición es la riqueza y la maldición es la pobreza; sino que todo depende del modo en que el individuo se ocupa de su riqueza o de su pobreza. Y tanto si es pobre como si es rico, si dirige su atención a la Torá y las mitzvot, entonces, cualquiera que sea su status en la vida, habrá de recibir una bendición.
"Separaréis el diezmo de toda la cosecha de tu cultivo..." (14:22)
En el primero, segundo, cuarto y quinto año del ciclo de siete años de la shemitá, los judíos que residían en Eretz Israel debían separar un diezmo de sus cultivos, y llevarlo a Jerusalén para comerlo allí. Pero en el tercer y sexto año del ciclo, el diezmo les era entregado a los pobres.
Cabe la pregunta: ¿Por qué los terratenientes no debían primero compartir con los pobres y recién después disfrutar del fruto de sus esfuezos en Jerusalén?
El Rambam escribe que uno debe dar tzedaká con un rostro alegre y que el que da de mala manera está negando la mitzvá. No basta con hacer jesed (bondad), también se debe amar la jesed.
Prosigue el Rambam: Más que cualquier otra mitzvá positiva, la tzedaká constituye la esencia del judío. Al ordenarnos que llevemos un diezmo de nuestras cosechas a Jerusalén para celebrar allí, Hashem nos enseña dos lecciones vitales:
1) que nuestras posesiones materiales son un regalo de Hashem y que El puede dictaminar el modo en que habremos de usarlas.
2) que al usar la riqueza material del modo prescripto por Hashem, se generan sentimientos de alegría y de santidad.
Una vez que internalizamos estas lecciones en los primeros dos años del ciclo, podemos ofrecer esa abundancia a los pobres, en el tercer año. No mecánicamente, sino sintiendo amor verdadero por la jesed.
Haftará
Contenido
En ésta, la tercera Haftará de las "siete de consolación", el profeta Isaías describe una época futura en la cual será sabido que Hashem ha glorificado a Israel, y el pueblo irá tras el descendiente de David que ha de conducir a Israel.
En esta evocación lírica de la Era Mesiánica, el profeta habla de un mundo en que la protección provendrá abiertamente de Hashem, y en el que los que Lo escuchen serán satisfechos con abundancia, y en el que no bastará únicamente con los esfuerzos materiales.
Comentarios sobre las Canciones que cantamos en la mesa de Shabat a través de las generaciones.
Kol Mekadesh
"Todo aquel que Guarda Shabat..."
Hamaajarim latzet min hashabat umemaharim lavó.
"Los que retrasan la salida del Shabat y se apresuran a entrar."
¿Cómo es que uno puede retrasar la salida antes de apresurarse a entrar?Esto puede ser una referencia a la inmersion mental y emocional del judío en la santidad del Shabat. El que observa el Shabat debería estar tan envuelto, 'conectado', en la experiencia santa del dia que si hay un lapso momentario en su conección él se apresura en reestablecer contacto.
Es por esto que cantamos la alabanza de judíos que odian dejar esta conección total con el Shabat -"los que retrasan la salida"- y por consiguiente "se apresuran a entrar" por medio de 'conectarse' de nuevo lo más pronto posible.
Escrito y Recopilado por: Rabino Yaakov Asher
Sinclair
Editor y Responsable: Rabino Moshe Newman
Diseño de HTML: Moises Cohen
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