¡Judaismo! - Devarim
Devarim
9 de Av 5758; 1 de agosto 1998
Resumen de la Parashá
Contenido
Esta parashá inicia el último de los Cinco Libros de la Torá, Sefer Devarim. Este Libro se llama también Mishné Torá, literalmente "la repetición de la Torá" (y de allí el nombre griego-castellano de Deuteronomio).
Sefer Devarim relata lo que Moshé les dijo a los israelitas durante las últimas cinco semanas de su vida, cuando se aprestaban a cruzar el Jordán para ingresar en Eretz Israel. Moshé repasa las mitzvot, enfatizando el cambio de estilo de vida que están por sufrir: de la existencia milagrosa y sobrenatural del desierto, bajo su mando, al modo de vida aparentemente natural que experimentarán al mando de Yehoshua en Eretz Israel.
El tema central de esta semana es el pecado de los espías, los meraglim. La Parashá se inicia con Moshé que hace alusión a los pecados de la generación previa, que murió en los cuarenta años que estuvieron en el desierto. Moshé les ofrece a los israelitas una descripción de lo que hubiera ocurrido si no hubieran pecado al enviar los espías a Eretz Israel. Les dice que Hashem les habría dado toda la tierra desde el Mediterráneo hasta el Eufrates, incluyendo los territorios de Amón, Moab y Edom, sin necesidad de luchar. Luego detalla los pecados sutiles que culminaron con el pecado de los espías, y revisa a fondo el pecado de los espías, y las consecuencias de dicho pecado: toda la generación debía morir en el desierto, y Moshé no podría ingresar a Eretz Israel, sino que entonces estarían al mando de Yehoshua ben Nun. Les recuerda que su reacción inmediata al decreto de Hashem fue querer "levantarse y luchar", para reparar el pecado .
Les relata cómo no quisieron escuchar cuando les dijo que no fueran, pues ya no tenían méritos para vencer a sus enemigos en forma milagrosa. Pero ellos lo ignoraron, y sufrieron una derrota masiva. No se les permitió luchar con los reinos de Esav, Moab ni Amón, pues esas tierras no formarían parte del mapa de Eretz Israel por el momento. Cuando la conquista de Canaán comience con Sijon y Og, deberá adoptar la forma natural de la guerra.
Comentario a la Parashá
Contenido
"...Porque el juicio es de D-os..."(1:17)
"Imitatio Dei" no es una cantata de Bach. Ni tampoco es un fresco de Donatello de la Capilla Sixtina. Imitatio Dei es una mitzvá de la Torá, según la cual nuestros actos deben emular a los de Hashem. Dice el Talmud: "Así como El viste a los que no tienen ropa, uno debe vestir a los que no tienen ropa... Así como El visita a los enfermos, uno debe visitar a los enfermos... Así como El consuela al que está de luto, uno debe consolar al que está de luto... Así como El entierra a los muertos, uno debe enterrar a los muertos. (Sotá 13b).
Resulta muy interesante que todos los rasgos mencionados en esta guemará son rasgos positivos. Por ejemplo, en ningún momento dice "Así como El juzga a los malvados, uno debe juzgar a los malvados". No. El énfasis está puesto en nuestra obligación de cumplir con la justicia.
¿Por qué?
Porque cuando hablamos de virtudes, debemos parecernos a D-os lo más posible, ser "imitatio Dei", ser como Hashem. Sin embargo, cuando se trata del juicio, debemos saber que "el juicio es de D-os". Nosotros no somos más que sus agentes.
"Y todo lo que sea demasiado difícil para vosotros, traédmelo a mí y yo lo oiré". (1:17)
"Problema compartido es medio problema", dice el refrán. En el mundo psiquiátrico, es bien sabido que parte de proceso de ayudar a una persona a resolver sus problemas consiste en ayudarlos a que los expresen con palabras. El acto mismo de ser escuchados es un alivio, aunque el problema aún persista.
El Rebe de Gur señala que esta idea tiene su origen en las palabras de Moshe: "Y todo lo que sea demasiado difícil para vosotros, traédmelo a mí, y yo lo oiré". Moshe no dice: "Yo les voy a solucionar el problema", sino "yo estoy dispuesto a oír cuál es el problema". El permitirle a la otra persona que exprese su problema es en sí una forma de terapia, que lo puede ayudar a encontrar una solución permanente.
"Y lo que sea demasiado difícil para vosotros..." (1:17)
Moshe le dice al pueblo que le traiga los casos difíciles, para que él los juzgue. Pero cuando Yitro aconsejó a Moshe en un tono parecido, al ver que Moshe se veía inundado con tantas demandas legales, le dijo que le trajeran a él los casos grandes, mientras que los casos pequeños deberían ser juzgados por un sistema legal jerárquico.
A partir de esto podemos apreciar una interesante distinción entre el sistema legal judío y el sistema legal secular: en el mundo secular, personificado en este caso por Yitro, el caso se juzga de acuerdo con la cantidad de dinero que hay en juego. Los casos que tienen que ver con una suma importante de dinero suelen alcanzar a la autoridad judicial suprema, aunque la propia ley sea muy clara y dentro del margen de competencia de un juez corriente.
Sin embargo, en el judaísmo, si la ley es clara, puede ser arbitrada por cualquier autoridad halájica calificada. Pero si el caso es "difícil", si exige una fina delineación y una profunda evaluación, entonces puede llegar a los más encumbrados árbitros halájicos, aunque estén en juego solamente unos pocos pesos...
"Ya no puedo transportaros yo solo. Que Hashem, vuestro D-os, os incremente, y os coloque hoy como las estrellas del Firmamento por su número". (1:9,10)
Los Bnei Israel se comparan con la arena del mar y las estrellas del Cielo. La naturaleza de la arena es que cada grano está unido a su vecino. Con las estrellas del cielo ocurre exactamente lo contrario, pues allí cada una está separada de la otra por millones de años luz, y cada estrella es un mundo entero en sí misma.
Cuando el pueblo judío está unido, conformando una sola unidad, Moshe puede transportar su peso; pero cuando están divididos y distantes los unos de los otros, y cada uno es un mundo en sí mismo, entonces aquél que debe conducirlos siente que la carga es insoportable.
"Estas son las palabras que Moshe le dijo a todo Israel, del otro lado del Jordán, respecto del Desierto, respecto de la Aravá, frente al Mar Rojo, entre Parán y Tofel y Laván, y Jatzerot y Dei Zahav" (1:1)
Cuando uno le tiene que decir a alguien algo que no es precisamente un elogio, lo peor que puede hacer es decírselo en forma directa. El oyente inmediatamente se opondrá a lo que percibe como un ataque, apelando a todo tipo de justificativos.
Mucho mejor es aludir al tema en forma sutil, implantando una inferencia en el inconsciente del oyente. De ese modo, no activa su mecanismo de defensa, y la idea queda implantada en su inconsciente, donde podrá crecer igual que una semilla que ha sido enterrada.
Eso es lo que hace Moshe en las primeras frases del Libro de Devarim. Los nombres de los lugares que se mencionan son los sitios donde se registraron todo tipo de pecados y rebeliones del pueblo judío: "respecto del desierto" (cuando codiciaban las ollas de carne de Egipto); "respecto de la Aravá" (cuando se comportaron en forma inmoral con las hijas de Moab); "frente al Mar Rojo" (cuando no tuvieron confianza en Hashem para cruzar el mar); "entre Parán y Tofel y Laván" (todas sus quejas acerca de la comida milagrosa, el Man) "y Jatzerot" (la rebelión de Koraj); "y Dei Zahav" (el becerro de oro).
Moshe se dirige a Bnei Israel en las últimas cinco semanas de su vida. Les quiere dejar un mensaje potente y duradero: que tengan cuidado con tendencias inherentes que ya en el pasado les causaron un enfrentamiento con Hashem.
Pero en vez de atacar el tema en forma directa, arriesgándose a que lo negaran de plano, Moshe planta las semillas del auto-examen en la psiquis colectiva del pueblo judío, para que, mucho después de su partida, aquéllas todavía sigan dando frutos.
Haftará
Contenido
"El buey conoce a su dueño, y el burro, el abrevadero de su amo. Israel no conoce. Mi pueblo no percibe" (1:3)
Una vez, Rabí Yojanan ben Taursa le vendió un buey a un gentil. Cuando llegó el Shabat, el no judío trató de sacar al buey a que arara su campo, pero por más que lo intentó, el buey se negó a trabajar.
El golpeó al animal con fiereza, hasta que vino Rabí Yojanan y le susurró en el oído al animal: "Debes saber que ya no te encuentras bajo mi jurisdicción. Ahora estás bajo el dominio de un gentil. Y debes trabajar como y cuando él lo desee".
De inmediato, el buey se levantó y comenzó a trabajar. El gentil, al ver lo que había ocurrido, se convirtió al judaísmo. Y así fue como Rabí Yojanan se apodó "ben Taursa" (hijo de un buey, o "Taurus", toro).
Del mismo modo, nuestros Sabios relatan la historia de un buey que Eliahu ha Navi les dio a los falsos profetas del baal. El buey se negó a ser sacrificado en nombre del ídolo baal, hasta que Eliahu le dijo que al dejarse sacrificar para ser ofrendado en el altar del baal, también estaría santificando el Nombre Divino. Recién entonces el buey cedió y se dejó sacrificar.
Nuestros Sabios cuentan otra historia más, acerca de Rabí Pinjas ben Iair, que tenía un burro que se negaba a comer alimentos de los que no se había separado el maaser.
Todo esto está apuntado en el versículo: "El buey conoce a su amo". Existe un buey que conoce a su amo, el buey de Eliahu ha Navi, que aceptó ser sacrificado para la idolatría, o el buey de Rabí Yojanan ben Taursa, que se negaba a trabajar en Shabat. "Y el burro, el abrevadero de su amo": el burro de Rabí Pinjas ben Iair, que se negaba a comer alimentos que no fueron diezmados. Sin embargo, ustedes, Mi pueblo, dice Hashem, ustedes descendieron todavía más bajo que el buey y que el burro, pues "Israel no conoce, Mi pueblo no percibe".
Escrito y Recopilado por: Rabino Yaakov Asher
Sinclair
Editor y Responsable: Rabino Moshe Newman
Diseño de HTML: Moises Cohen
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