¡Judaismo! - Matot-Masé
Matot-Masé
2 de Av 5758; 25 de julio
Resumen de la Parashá
Contenido
MATOTMoshé enseña las reglas y restricciones que rigen los juramentos y los votos, y en especial, el papel del padre y del marido en el mantenimiento y la anulación de un voto.
Los israelitas se enfrentan a Midián, matando a los cinco reyes midianitas, a todos los hombres, y a Bilaam. Moshé no ve con buenos ojos que se hayan tomado cautivas a las mujeres, porque fueron ellas las que indujeron al pueblo judío a que pecara. Moshé reprime a los oficiales. Se cuenta y distribuye el botín de guerra. Los comandantes le informan a Moshé que entre los israelitas no hubo ni una sola víctima. Presentan una ofrenda, que Moshé y Elazar toman y colocan en el Ohel Moed (Tienda de Reunión).
Las tribus de Gad y Reuven, que poseen grandes cantidades de ganado, le piden a Moshé que permanezcan donde están, y no crucen el río Jordán para ingresar a Israel. Le explican que la tierra donde se hallan actualmente es muy apta para que paste su ganado.La respuesta inicial de Moshé es que tal pedido va a desalentar al resto de los israelitas, y es equivalente al pecado de los espías. Ellos le aseguran que primero ayudarán a los demás israelitas a hacer la guerra y conquistar a Israel, y que recién después regresarán a sus hogares, al este del Jordán. Moshé acepta su pedido, a condición de que cumplan con su parte del trato.
MASE
La Torá enumera los cuarenta y dos campamentos que tuvieron los israelitas durante su travesía de cuarenta años, a partir del Exodo, y hasta que cruzaron el río Jordán en su ingreso a Eretz Israel.
Hashem ordena a los israelitas que expulsen a los cananeos de Eretz Israel y que demuelan todos los vestigios de su idolatría. Se advierte a los israelitas que si no dejan a la tierra completamente libre de cananeos, los que queden serán como espinas en los ojos, y aguijones en los costados.
Se definen los límites de Eretz Israel, y se manda a las tribus a que separen cuarenta y ocho ciudades para los leviim, quienes no reciben una porción normal en la división de la tierra. Se deberán establecer ciudades de refugio: aquél que asesine en forma inintencional podrá huir a dichas ciudades. La Torá permite el casamiento entre las distintas tribus. Las hijas de Tzelofjad se casan con miembros de su propia tribu, para que su herencia permanezca en su tribu. Así llega a su fin el Libro de Bamidbar/Números, el cuarto de los Libros de la Torá.
Comentario a la Parashá
Contenido
"Estos son los viajes de los Bnei Israel..." (33:1)
El carruaje del Baal Shem Tov se desplazaba velozmente por la espesa bruma de la mañana rusa. Dentro del carruaje, el Rebe y su shamash (asistente) estaban sentados, en silencio. Lo único que se oía era el monótono ruido de los cascos galopando por el césped.
El rostro del Baal Shem Tov, impasivo. De pronto, le hace señas al shamash para que detenga el vehículo. El shamash se asoma por la ventana y le grita al conductor que se detenga. Rápidamente, el carruaje llega a un descanso. Silencio. Aparte de los caballos, y de los pájaros que entonan su coro matinal al Creador.
Silencio. Entonces, proveniente del campo, comienza a oírse el más delicioso sonido.
La voz de un hombre que canta una canción que casi hace llorar a los árboles. La más hermosa canción que jamás se haya oído.
El Baal Shem Tov escucha con atención, y frunce el ceño, como si tratara de recordar algo. Un recuerdo que iba tan atrás, que parecía ir más allá de esta encarnación.
De pronto, sus ojos se entrecerraron y su boca se ensanchó, con una sonrisa de incontenible alegría.
"¡Por favor, pídale al hombre que venga!", le ordenó a su shamash. Tras unos momentos, el shamash retornó con un campesino ruso, el dueño de tan melodiosa voz.
"Cuando lo oí cantar, no pude más que pensar 'qué bella melodía'", dijo el Rebe.
"Sí, me gusta mucho", dijo el campesino.
"No creo que la haya oído en su totalidad. ¿Le molestaría volver a cantarla para mí?, preguntó el Baal Shem Tov.
"Sí, ¿por qué no?" respondió el campesino, y comenzó a cantar nuevamente. Una vez que terminó, parecía que hasta los pájaros se habían detenido a escuchar.
"Hermosísima", dijo el Rebe. "Dígame, ¿le molestaría volver a cantarla?"
"Cómo no", dijo el campesino, y volvió a repetir la melodía.
Cuando terminó de cantar, el Rebe dijo: "Sí, creo que la tengo. ¿Es así?". Y el Baal Shem Tov comenzó a entonar la melodía. Y con todo lo bella que había sido la versión del campesino, el Rebe le infundió un deseo desgarrador, como la reunión de una madre con su hijo.
"Sí, exactamente así", dijo el campesino.
"Me pregunto... si no sería demasiada molestia... antes de que me vaya, ¿podría oír cómo la canta Ud. otra vez más?
"Bueno", dijo el campesino, y abrió la boca para cantar. No salió nada. Ni una nota. Ni un chirrido. El hombre cerró la boca y lo intentó nuevamente. Nada.
El Baal Shem Tov lo contempló con una mirada de extraña intensidad, y luego le dijo: "Que tenga buen día...". Y con eso, volvió a subir al carruaje. El Rebe y su shamash se sentaron en silencio durante unos cuantos minutos, y entonces el shamash ya no pudo contener su curiosidad.
"¿Qué fue lo que ocurrió?"
"Cuando oí cantar a ese campesino, me di cuenta de que estaba cantando una de las canciones que cantaban los Leviim (Levitas) en el Beit ha Mikdash (Templo Sagrado). Durante dos mil años esa melodía estuvo en el exilio, pasando de un extraño a otro, deambulando de un país a otro. Ese campesino era como una cáscara que contenía una preciosísima chispa de santidad. Ni bien esa chispa fue devuelta a sus dueños, al pueblo judío, ya no había necesidad de que él la recordara más, y por lo tanto, la olvidó.
Al comienzo de la Parashat Masei, la Torá enumera los cuarenta y dos lugares donde acampó el pueblo judío en su camino a Eretz Israel. ¿Cuál es el motivo de esas cuarenta y dos paradas en el desierto?
Existe un concepto místico, según el cual el propósito de esos campamentos era para que los Hijos de Israel liberaran y recolectaran las chispas de santidad que están atrapadas en la desolación del desierto. Cada una de esas paradas corresponde a una letra del Nombre de Hashem, y al reunir las chispas de cada sitio, se revela un poquito más el Nombre de Hashem, y Su reconocimiento en el mundo. Tres mil años más tarde, el pueblo judío sigue de viaje. Cien años acá, doscientos allá. Por sus viajes por España, Inglaterra, China y América, el pueblo judío "extrae" y redime las chispas de santidad que están atrapadas por todo el mundo. Cuando acabe este proceso, el Mashíaj, el Ungido, reunirá a todo el pueblo judío, conduciéndolos a la Tierra de Israel, y entonces volverán a oírse todas las canciones de santidad.
Entonces, Hashem será revelado como el Unico D-os Verdadero. Y Su Nombre estará completo. "Ese día, Hashem será Uno y Su Nombre, Uno".
Rabí Mordejai Perelman, Rabí David Gotlieb.
"Moshe les habló a las cabezas de las tribus de los Hijos de Israel" (30:2)
Matot y Masé son dos parashiot que van unidas, si bien sus nombres son opuestos.
La palabra "maté" (cuyo plural es "matot") significa una "vara". La vara es algo inerte, que fue cercenada del árbol de la que brotó. Ya no tiene poder de seguir extendiéndose, de producir nueva vida. Siempre permanecerá tal como es ahora. Estática, inalterable.
Masé, del verbo "viajar" es exactamente lo contrario. Es la esencia del dinamismo, del desarrollo y del crecimiento. Porque el viaje es el paradigma del adelanto.
En realidad, esta yuxtaposición de Matot y Masei es un símbolo de la propia Torá. La Torá tiene el poder de tomar lo inerte y darle vida. Tomar la vara de Aarón y hacer que brote y florezca. Transformarla en una serpiente.
Una vara simple, inerte, se transforma en el instrumento de las grandes señales y maravillas que se obraron en Egipto, cuando se abrió el mar. Una simple vara inerte se transforma en el símbolo del comienzo de la vida misma, para el pueblo judío. La transformación esencial de la vara sin vida, el maté, produce el progreso y el futuro eterno, sintetizado en los mase, los viajes de los israelitas a través de la historia.
Haftará
Contenido
"Pues Mi pueblo ha perpetrado dos males: a Mí Me han abandonado, Fuente de las aguas de vida; para hacerse cisternas, cisternas rotas que no pueden contener agua" (2:13)
En ésta, la segunda Haftará de las "tres de aflicción", el profeta no solamente habla en contra de la deslealtad de Israel hacia Hashem, Quien los salvó de la esclavitud, sino también en contra de la deslealtad hacia la Torá, que fue reemplazada por las vanidades de las culturas foráneas.
Nuestros Sabios nos enseñan que Hashem Se lamentó: "Si Me hubieran abandonado a Mí, pero hubieran mantenido la Torá, su luz espiritual los habría influido para que regresaran al sendero de la rectitud".
Pero el pueblo judío, seducido por el brillo superficial de las ideologías ajenas, abandona la Torá, su único canal de vida, para beber el agua nauseabunda de las ideas falsas que cambian y se contradicen todo el tiempo. De allí sólo surgen la tragedia y el exilio...
"No seas un malvado en tu propia estimación."
(Rabí Shimon, Avot 2:13)
El que no tiene autoestima en cuanto a su nivel espiritual no vacila en seguir pecando (¡otra leña al fuego!). Eso no significa que se deba considerar un tzadik (una persona justa). Nuestros Sabios (Nidá 30b) nos dicen que antes de que nazca el bebé, su alma es desafiada con este juramento: "Sé un tzadik y no un malvado. Pero inclusive si todo el mundo te considera un tzadik, deberás considerarte un malvado.
Uno no debe pensar que es un tzadik, que no necesita crecer más, ni un rashá, un malvado que no tiene posibilidad de redención. Deberá considerarse en medio del crédito y del débito, donde cada uno de sus actos es capaz de inclinar la balanza.
Escrito y Recopilado por: Rabino Yaakov Asher
Sinclair
Editor y Responsable: Rabino Moshe Newman
Diseño de HTML: Moises Cohen
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