¡Judaismo! - Devarim
Devarim
Resumen de la Parashá
Esta parashá inicia el último de los Cinco Libros de la Torá, Sefer Devarim. Este Libro se llama también Mishné Torá, literalmente "la repetición de la Torá" (y de allí el nombre griego-castellano de Deuteronomio). Sefer Devarim relata lo que Moshé les dijo a los israelitas durante las últimas cinco semanas de su vida, cuando se aprestaban a cruzar el Jordán para ingresar en Eretz Israel. Moshé repasa las mitzvot, enfatizando el cambio de estilo de vida que están por sufrir: de la existencia milagrosa y sobrenatural del desierto, bajo su mando, al modo de vida aparentemente natural que experimentarán al mando de Yehoshua en Eretz Israel. El tema central de esta semana es el pecado de los espías, los meraglim. La Parashá se inicia con Moshé que hace alusión a los pecados de la generación previa, que murió en los cuarenta años que estuvieron en el desierto. Moshé les ofrece a los israelitas una descripción de lo que hubiera ocurrido si no hubieran pecado al enviar los espías a Eretz Israel. Les dice que Hashem les habría dado toda la tierra desde el Mediterráneo hasta el Eufrates, incluyendo los territorios de Amón, Moab y Edom, sin necesidad de luchar. Luego detalla los pecados sutiles que culminaron con el pecado de los espías, y revisa a fondo el pecado de los espías, y las consecuencias de dicho pecado: toda la generación debía morir en el desierto, y Moshé no podría ingresar a Eretz Israel, sino que entonces estarían al mando de Yehoshua ben Nun. Les recuerda que su reacción inmediata al decreto de Hashem fue querer "levantarse y luchar", para reparar el pecado . Les relata cómo no quisieron escuchar cuando les dijo que no fueran, pues ya no tenían méritos para vencer a sus enemigos en forma milagrosa. Pero ellos lo ignoraron, y sufrieron una derrota masiva. No se les permitió luchar con los reinos de Esav, Moab ni Amón, pues esas tierras no formarían parte del mapa de Eretz Israel por el momento. Cuando la conquista de Canaán comience con Sijon y Og, deberá adoptar la forma natural de la guerra.
Comentario a la Parashá
Cuando queremos decirle a alguien algo que no lo alaba, el peor modo de hacerlo es a través de una confrontación directa. De inmediato el oyente se opondrá a lo que siente como un ataque, con todo tipo de autojustificaciones: "No pude evitarlo... " "¿Te parece que tú podrías haber actuado mejor que yo?".
Mucho mejor es hacer alusión al tema, plantando en forma sutil una inferencia en el subconsciente del oyente. De ese modo, sus defensas frontales no se activan, y la idea permanece latente en su subconsciente, donde tienen la oportunidad de crecer como una semilla.
Eso es lo que hace Moshé en los versículos iniciales del Libro de Devarim. Los nombres de los lugares aquí mencionados son los sitios donde ocurrieron distintos pecados y rebeliones del pueblo judío: "acerca del Desierto" (se refiere a su deseo de comer la carne de Egipto); "acerca de la Aravá" (se refiere a su inmoralidad con las hijas de Moab); "frente al Mar Rojo" (se refiere a su falta de confianza en Hashem ante el cruce del mar); "entre Parán y Tofel y Labán" (se refiere a sus quejas del alimento milagroso, el Man); "y Jatzerot" (se refiere a la rebelión de Koraj); "y Di Zahav" (se refiere al Becerro de Oro).
Moshé se dirige a los israelitas en las últimas cinco semanas de su vida. Quiere dejarles un mensaje poderoso y duradero: que tengan cuidado de las tendencias inherentes que ya les causaron tantos problemas.
En vez de enfrentarlos en forma directa, y correr el riesgo de que se le opongan, Moshé planta las semillas del autoexamen en la psiquis colectiva del pueblo judío, para que inclusive mucho después de su partida, sigan dando frutos.
"Problema compartido es medio problema", dice el adagio. En el mundo de la psiquiatría, es bien sabido que parte del proceso de ayudar a la gente con sus problemas es alentarlos a que los verbalicen. El tener alguien que escuche nuestros problemas es en sí un alivio, a pesar de que el problema aún no se haya resuelto.
El Rebe de Gur señala que esta idea tiene su origen en las palabras de Moshé: "y lo que te sea demasiado difícil, tráemelo a mí, y yo lo escucharé". Moshé no dice "Yo te resolveré el problema", sino más bien "Yo lo escucharé". El dejar que una persona expresa su problema es terapéutico en sí mismo, y además puede ayudarlo a hallar una solución permanente.
El juez no puede escuchar a un litigante en ausencia de su oponente (Sanhedrin 7b)
Un bebé. No hay nada más puro que un bebé. Nada más inocente. Nada que pueda simbolizar todo lo bueno más que un bebé... O... ¿tal vez sí?
Desde el momento en que el bebé abre la boca y emite sus primeros gritos, expresa un egoísmo sin oposiciones. "Quiero comer!" "Quiero dormir!" "No quiero dormir!" "Quiero más de comer!". La vida del bebé no es más que una litanía incesante de egoísmo. Veinticuatro horas por día. Hasta la edad de 12 o 13 años.
Cuando el niño o la niña se transforma en Bar o Bat Mitzvá, el mejor regalo que recibe no es una lapicera a fuente, o una computadora. El mejor regalo que recibe es el ietzer tov (la buena inclinación). Porque hasta ese momento, el ietzer hara (mala inclinación) gobierna sin ninguna oposición. (Rashi Kohelet 4:13).
Rabí Yonatan Eybechuetz fue un niño prodigio. Inclusive en su temprana infancia, dominó su deseo natural de ir a jugar, y prefirió sumergirse en el estudio de la Torá. Cuando llegó su Bar Mitzvá, le preguntaron cómo había podido evitar el ietzer hara cuando todavía era tan pequeño.
El pequeño Reb Yonatan respondió: "La Torá nos enseña que el juez no puede escuchar el testimonio de un litigante si el otro no se encuentra presente. Por eso, cada vez que el ietzer ha ra trataba de incitarme a que me alejara de mis estudios, le decía que no podía escuchar su planteo hasta que cumpliera trece años, y el otro litigante, mi ietzer tov, también pudiera estar presente para exponer su punto de vista!".
Cuando Moshé comenzó a explicar la Torá, lo hizo en los 70 idiomas básicos. ¿Para qué? Después de todo, los israelitas sabían la Lengua Santa, y no hacía falta que Moshé tradujera a los otros idiomas...
Hashem sabía que el pueblo judío debería atravesar una larga noche de exilio disperso entre las naciones del mundo. Por eso, Moshé explicó la Torá en los 70 idiomas, para que cada idioma y cada nación y cada tierra poseyeran una chispa de la Torá.
Haftará
Yirmiyahu 1:1 - 27
"El buey conoce a su dueño, y el burro, el abrevadero de su amo. "Israel no conoce,Mi pueblo no percibe" (1:3)
Una vez, Rabí Yojanan ben Taursa le vendió un buey a un gentil. Y cuando llegó el Shabat, el gentil quiso sacar al buey a que arara el campo, pero por más que trató, el buey se negó a trabajar.
El gentil golpeó al animal con dureza, sin lograr que el animal accediera a nada hasta que llegó Rabí Yojanan, y le susurró al buey en el oído: "Debes saber que ya no te encuentras bajo mi jurisdicción. Ahora te encuentras bajo el dominio de un gentil. Y debes trabajar cada vez que te lo exija".
De inmediato, el buey se levantó y comenzó a trabajar. El gentil, al ver lo ocurrido, fue y se convirtió al judaísmo. Y así fue como Rabí Yojanan obtuvo el nombre "ben Taursa" (hijo del buey-tauro).
Del mismo modo, nuestros Sabios relatan la historia de un buey que Eliahu ha Naví les dio a los falsos profetas de Baal. El buey se negó a ser sacrificado en el nombre del ídolo baal, hasta que Eliahu fue y le dijo que al dejarse ofrecer en el altar, en esencia también habría de santificar el Nombre Divino. Recién entonces, el buey cedió y permitió que lo sacrificaran.
Nuestros Sabios relatan también la historia de Rabí Pinjas ben Yair, que tenía un burro que se negaba a comer alimentos de los que no se había separado el maaser (diezmo). Todo esto aparece aludido en el versículo "El buey conoce a su dueño": existe un buey que conoce a su dueño, el buey de Eliahu ha Naví, que se sometió a ser sacrificado para la idolatría, o el buey de Rabí Yojanan, que no trabajaba en Shabat. "Y el burro, el abrevadero de su amo", se refiere al burro de Rabí Pinjas ben Yair, que no comía alimentos de los que no se había separado el diezmo. Pero ustedes, Mi pueblo, dice Hashem, han descendido más bajo que el buey y que el burro, pues "Israel no conoce, Mi pueblo no percibe".
Comentarios sobre las Canciones que cantamos en la mesa de Shabat a través de las generaciones.
Baruj Kel Elion
"Bendito es Dos..."
"Afortunado Todo Aquél Que Espera Una Doble Recompensa"
Nuestros Sabios señalan que todo lo relacionado con el Shabat es doble. El precepto de observar el Shabat que aparece en los Diez Mandamientos que se oyeron en el Sinaí tiene forma doble: "Zajor ve Shamor". En Shabat se ofrendan dos animales como sacrificios adicionales, y cada Shabat es honrado con dos panes. La recompensa que nos aguarda por cumplir con el Shabat también habrá de ser doble, y por eso nos referimos a la buena fortuna de aquél a quien le aguarda una doble recompensa.
Escrito y Recopilado por: Rabino Yaakov Asher Sinclair
Editor y Responsable: Rabino Moshe Newman
Diseño de Producción: Lev Seltzer
Diseño de HTML: Eli Ballon
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