Vaykra
11 de Adar II 5760; 18 de Marzo 2000
· Nueva Sección:
Preguntas al Rabino
· Haftará
·
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Resumen
de la Parashá
El Libro de Vaykrá
(Levítico), que comenzamos a leer esta semana, también se denomina Torat
Kohanim, Las Leyes de los Sacerdotes. En su mayor parte, trata de los korbanot
(ofrendas) que se presentan en el Mishkán (Tabernáculo). El primer grupo
de ofrendas se denominan "Olot", ofrendas ígneas. El animal es
traído a la entrada del Mishkán. En lo concerniente al ganado vacuno, la
persona que traía la ofrenda colocaba las manos sobre el animal. Luego el
animal era sacrificado y el Kohen salpicaba su sangre sobre el Altar. Se
lo desollaba y se lo trozaba, y luego las partes eran dispuestas y lavadas, y
se las quemaba en el Altar.
También se describe el proceso
en que se presentan las ofrendas ígneas de los demás animales y aves. Se
describen, además, las distintas ofrendas vegetales, parte de las cuales se
queman en el Altar, mientras que el resto lo comen los Kohanim. Se prohíbe
mezclar levadura o miel en las ofrendas. La ofrenda pacífica, parte de la cual
es quemada en el Altar, y la otra parte comida, puede ser tanto de ganado
vacuno como de ovejas y cabras. La Torá prohíbe comer sangre y jelev (cierto
cebo de los animales). Se detallan los sacrificios expiatorios, que expían los
pecados cometidos por error, tanto por parte del Kohen Gadol, como por
toda la comunidad, el príncipe y el ciudadano común.
Se enumeran las leyes de las
ofrendas de culpa, que expían ciertas transgresiones verbales y pecados
relativos a las leyes de pureza ritual. Por último, se detallan las ofrendas
vegetales que deberá presentar aquél que no pueda afrontar los gastos de la
ofrenda de culpa normal, la ofrenda que expía la malversación de propiedad
sagrada, las leyes de ofrendas de "culpa cuestionable" y las ofrendas
para pecados de deshonestidad.
Comentario a la Parashá
“Y cuando un alma ofrendare...” (2:1)
Este mundo es un lugar muy preciso. Da la
impresión de que en la Creación no existen cabos sueltos. Si uno se para al
borde de un precipicio, lo único que lo separa de una muerte instantánea son
unos cuantos centímetros. La embolia más ínfima de una vena puede poner fin al
funcionamiento del cuerpo entero. Este mundo está construido en base a
tolerancias muy pero muy finas.
Y es por eso que la Torá también está construida en base a tolerancias muy finas. Cuando todas las letras del tefilín están escritas dentro de las normas halájicas correctas, al ponérselos uno se conecta con la Fuente. Pero si siquiera una sola letra está escrita en forma incorrecta, uno se ha puesto nada más que un par de cajas negras de aspecto extraño. Si encendieran una lámpara dos minutos antes de Shabat lo que producirían es llenar de luz la habitación. Enciéndanla dos minutos y un segundo más tarde y habrán hundido al mundo y a ustedes mismos en la oscuridad espiritual.
La Torá
es tan precisa como una fórmula científica, lo cual nos dificulta entender por
qué hay un área entera de la Torá que parece ser algo vaga: en la época del
Templo Sagrado, cuando una persona traía un korbán nedavá, una ofrenda voluntaria, la Torá no
estipula cuán grande o cuán pequeña debía ser. Eso se dejaba a criterio de la
persona que traía la ofrenda.
Vayan a un hospital y fíjense cómo trabaja la gente. Los que corren más de un lado para otro y trabajan más que nadie son probablemente los voluntarios. Cuando damos lo que queremos dar, lo damos de todo corazón. Pero cuando nuestro regalo lo ordena otro, nos quita el entusiasmo. La esencia de la ofrenda voluntaria no era la ofrenda en sí, sino el amor que había envuelto dentro de ella. En el grado en que podamos expresarnos a nosotros mismos en nuestra entrega, en ese mismo grado será nuestra sensación de dar.
Los tzitzit (flecos de la vestimenta de cuatro esquinas) pueden entenderse como símbolos de esta relación simbiótica de la Torá y el Hombre. Parte de los tzizit están atados. Parte de la Torá es tan inamovible como cualquier ley del mundo físico: la gravedad, la termodinámica, el cálculo. Y parte de los tzitzit están desatados: la Torá dictamina que utilicemos cada pedacito de nuestra individualidad para servir al Creador. Yo no soy como tú. Tú no eres como yo. D-os nos hizo a todos, y El quiere que Lo sirvamos como las personas que somos, no como el otro. Precisamente, si uno se fija en los tzitzit, va a ver que la proporción correcta de la parte que va atada y la parte que va sin atar es de un tercio y dos tercios, respectivamente. La mayoría de este mundo consiste de los cabos sueltos de la Creación, a los que cada uno de nosotros está invitado a atar, cada uno a su manera.
El Steipler, Rabí David
Kaplan
“Un aroma agradable a Hashem” (1:9)
Cuando una persona presenta una ofrenda de elevación a D-os, puede llevar tanto vacunos, como ovinos, pájaros o sémola. Tras cada una de estas categorías, la Torá emplea la frase “un aroma agradable a Hashem”.
Obviamente, el ganado vacuno es más caro
que el ovino, el cual es más caro que las aves, las cuales, a su vez, son más
caras que la sémola. Si la Torá
quisiese decirnos que para D-os todas las ofrendas son iguales, ¿no habría bastado con decir que la
sémola es “un aroma agradable a Hashem”, y entonces habríamos deducido en forma
lógica que las aves, las ovejas y los vacunos también eran “un aroma agradable
a Hashem”?
La respuesta es que si la Torá hubiese dejado esta lección librada a una lógica a fortiori, podríamos haber, llegado a la conclusión errónea de que la sémola era “un aroma agradable a Hashem” y que las aves, mucho más; y que las ovejas era todavía más aceptables y que el ganado vacuno, eran los más aceptables de todos. Por esa razón, la Torá escribe después de cada categoría “un aroma agradable a Hashem”, para enseñarnos que tanto si una ofrenda es grande o pequeña, D-os las percibe en forma equitativa, siempre y cuando nuestra intención sea por amor a D-os.
Or HaJaim, Rabí Mordejai
Perelman
“Y El llamó a Moshé...” (1:1)
Moshé
tenía diez nombres: Moshé, Yered, Javer, Yekutiel, Avigdor, Avi Sojo, Avi
Tzanúaj, Tuvia, Shemaya, Helevi.
¿Por qué
no bastaba con un solo nombre?
Y de
todos sus nombres, el único que empleó Hashem fue “Moshé”, el nombre que le
había dado Batia, la hija del Faraón.
Otra
pregunta más: si Hashem lo llamó por el nombre “Moshé”, debe ser que ese nombre
lo definía más que cualquiera de sus otros nombres. ¿Por qué?
Cuando
Hashem creó al primer hombre, los ángeles servidores Le preguntaron: “Este
‘Hombre’, ¿cuál es su naturaleza?”. Hashem les respondió: “Su sabiduría es
mayor que vuestro intelecto”.
Entonces
Hashem trajo varios animales ante los ángeles. Y les dijo a los ángeles: “¿Cómo
se llaman? Los ángeles no supieron responder. Entonces Hashem le mostró los
animales al Hombre. “¿Cómo se llaman?”, interrogó. El Hombre respondió: “Este
se llama ‘buey’, ése se llama ‘burro’. Este se llama ‘caballo’ y ése se llama
‘camello’”.
“Y tú,
¿cómo te llamas?”, preguntó Hashem.
“Yo me
tengo que llamar ‘Adam’, pues fui creado de la tierra” (En hebreo, “tierra”
es “adamá”).
“Y Yo,
¿cómo Me tengo que llamar?”, interrogó Hashem.
“Tú debes
llamarte Adon-ai. Pues Tú eres el Señor (En hebreo, “adon”), el amo de
todo”.
El Santo
Bendito Sea dijo “Yo soy Adon-ai. Ese es Mi Nombre. Porque así me llamó el
primer hombre”.
El nombre
es mucho más que una manera de atraer la atención de una persona. El nombre es
mucho más que un método convencional de referencia. La sabiduría de ser capaz
de darle el nombre a algo es superior a los ángeles, pues el nombre define y
describe la esencia misma del ser.
Por esa
razón, a Moshé no le bastaba con un solo nombre. Para poder definirlo, para
poder restringir su grandeza con palabras, hacían falta diez nombres.
Sin
embargo, Hashem le dijo a Moshé que de todos sus nombres, solamente lo llamaría
por el nombre que lo llamó Batia. ¿Qué tenía de especial aquel nombre?
El nombre
“Moshé” proviene de la raíz “ser atraído, ser sacado, ser extraído”, pues Batia
lo sacó del agua.
Al sacar
del río a Moshé, Batia se burlaba de la voluntad de su padre, el Faraón; él
quería asesinar a todos los niños judíos. Al salvar a Moshé, estaba arriesgando
la vida.
Batia
arriesgó la vida para salvar a Moshé; por lo tanto, esa característica quedó
grabada en la personalidad y en el alma de Moshé. Esa cualidad de auto-sacrificio fue la que tipificó
a Moshé más que ningún otro rasgo, y por ese motivo Moshé fue el nombre con el
que se lo llamaba a Moshé.
Esa fue la característica que hizo de Moshé el líder
del Pueblo Judío. Porque más que ningún otro rasgo, el líder del Pueblo Judío
necesita auto-sacrificio, a fin de atender y ocuparse de cada oveja de su
rebaño.
Rabí
Jaim Shmuelevitz
???
Preguntas al Rabino ???
Jeremy Ottenstein nos escribe:
Aptreciado Rabino:
Me fijé que los ashkenazim muchas veces
llaman a sus hijos con nombres de animales, y los sefaradim no. ¿Es
coincidencia o existe algún tipo de desacuerdo halájico entre ambos grupos?
UTILAUDIT @ aol. com nos escribe:
Estimado Rabino:
¿Por qué los sefaradim les ponen a sus hijos
nombres de personas vivas y los ashkenazíes no?
Estimado Jeremy & UTILAUDIT:
En
primer término, un marco de referencia con respecto al tema de los nombres. Los
nombres son etiquetas que usamos para transmitir la esencia de una cosa. El
primer lugar donde encontramos que alguien da un nombre a algo es cuando Adam
les dio nombres a los animales, y luego a Javá. La diferencia entre darles
nombres a los animales y darles nombres a las personas es que los nombres de
los animales describen a la especie, mas no al individuo, mientras que los
nombres de las personas describen únicamente al individuo. El Talmud nos dice
que el nombre que se le da a una persona puede afectar su carácter, y por lo
tanto hay que tener cuidado de ponerles a nuestros hijos nombres que los
afecten en forma positiva. El Talmud también explica que el versículo en Proverbios:
“El recuerdo del tzadik es una bendición, y el nombre de los malvados se
pudrirá” significando que uno no debe llamar a un niño con el nombre de un
malvado. Otro aspecto de la significancia de los nombres me lo explicó Rabí
Moshe Shapiro, shelita, que cuando un niño es llamado con el nombre de una
persona, el niño “sigue los pasos” de esa persona, a fin de completar su tarea
original.
Ahora,
con respecto a las preguntas. Después de investigar el tema, coincido con la
distinción entre ashkenazíes y sefaradíes. Los ashkenazíes muchas veces llaman
a sus hijos con nombres de animales, y los sefaradíes, no. Un fenómeno que
descubrí en mi investigación es que cuando Rabí Yosef Karo (Posek sefaradí)
enumera la escritura de los nombres, con el propósito de escribir un guet,
ninguno de los nombres es “nombre de animal”; pero cuando el Ramá (Posek
ashkenazí) enumera una lista semejante, incluye muchos nombres de animales.
Consulté
a Rabí Jaim Pinjas Scheinberg, shelita, “¿Por qué la diferencia?” El me dijo
que en realidad ninguno de los grupos llama a sus hijos con nombres de
animales, ya que se tiene mucho cuidado de no “contaminar” a los hijos con la
tumá (impureza espiritual) de animales no kosher. Entonces ¿por qué los
ashkenazim llaman a sus hijos con estos nombres? La respuesta es que cuando les
ponen nombres a sus hijos no los están llamando como los animales per se, sino
que están recordando los atributos de grandes personas de generaciones
anteriores que eran ejemplos de dichos atributos. Cuando alguien se llama
“Arié” (León, Leonardo), se está evocando el atributo de Yehudá, “león”,
“real”, “rey de los animales”. Con el nombre de Zeev (lobo) estamos recordando
a Binyamin, cuyo carácter era como de lobo: “guerrero poderoso e intrépido”.
Los animales son meros símbolos de las cualidades humanas. “Dijo Yehudá ben
Teima: Sé intrépido como un leopardo, liviano como un águila, ágil como un
ciervo y poderoso como un león; para cumplir con la voluntad de tu Padre que
está en el Cielo”.
La
razón por la que los judíos sefaradíes llaman a sus hijos con el nombre de
familiares vivos es para honrar al familiar cuyo nombre le es dado al niño. Los
ashkenazíes no llaman a sus hijos con el nombre de familiares vivos, debido a
que si bien sería una gran honra para el familiar, podría ser ain hara
(mal de ojo) para el familiar vivo ( y al poner ese mismo nombre al bebé, se
podría causar la muerte temprana de ese familiar). Le pregunté a Rabí
Scheinberg, shelita, si daría lo mismo si el familiar dijese que no le importa
el ain hara. El dijo que aunque dijeran que no, no haríamos tal cosa.
Y
ya que estamos en el tema de los nombres, he aquí un acertijo:
“Los
nombres de DOS pares de Abuelo-Nieto son mencionados en el Shemone Esrei de los
días laborales. ¿Quiénes son?
(La
respuesta, la semana que viene)
Fuentes:
- Bereshit 2:20, 3:20
- Tratado Berajot 7b
- Tratado Yoma 38b
- Pirkei Avot 5:23
- Shulján Aruj, Even HaEzer 229
???¿ALGUNA
PREGUNTA?
Si tiene alguna inquietud sobre leyes o costumbres de su judaísmo, o quiere
aclarar aulguna duda, puede enviarnos su pregunta a spanish@ohr.edu y procuraremos
contestarle lo más pronto posible. Nos reservamos el derecho de publicar las
preguntas y respuestas. No todas las respuestas dadas serán publicadas en
"Judaísmo", pero todas serán respondidas, B´H.
Shabat
Zajor
Sefaradim: Shmuel I, 15:1-34
La
mitzvá de la Torá de recordar lo que nos hizo Amalek cuando salimos de Egipto
se cumple al leer el maftir de este Shabat. ¿Por qué la mitzvá se lleva a cabo
en Shabat precisamente? ¿Qué relación existe entre la erradicación de Amalek y
Shabat?
La
Torá nos enseña que Amalek nos atacó asher karjá badérej. La palabra karja
tiene tres connotaciones: puede significar “oportunidad”. Puede significar
“impureza espiritual” y puede significar “frío”.
El
Shabat se opone vehementemente a las tres.
El
veneno que Amalek trata de implantar en la mente del hombre es que el mundo es mikré,
nada más que una simple coincidencia. El Shabat es nuestro testimonio de que
Hashem creó el mundo y todo lo que hay en él en seis días, que nada ocurre por
casualidad.
Amalek
representa una especie de impureza espiritual: keri. El Shabat es como
una mikve para el alma judía. En Shabat se reza: “Purifica nuestros corazones
para que Te podamos servir con verdad”.
La
tercera connotación de la palabra karja es “frío”. El deseo natural del
Pueblo Judío es servir a D-os con pasión ardiente. Amalek quiere “enfriarnos”.
A lo largo de la semana laboral, estamos enmarañados en una perspectiva del
mundo que tiene más que ver con Amalek que con el judaísmo. En Shabat
retornamos a aquellos sentimientos de cercanía a D-os. El Shabat representa la
calidez del alma judía que desea unirse a su Creador.
EL ULTIMO DE LOS AMALEKITAS
Parashat
Zajor siempre se lee la semana antes de Purim, porque en Purim celebramos
nuestra salvación del más famoso descendiente de Amalek: Hamán.
La
Haftará de Parashat Zajor describe otro encuentro más con los
descendientes de Amalek: el Rey Shaul
recibió órdenes de aniquilar a Amalek, pero no mató a su rey, Agag. Estando aún
cautivo, el último de los amalekitas, Agag, logró engendrar un hijo, y fue de
ese hijo que descendió Hamán.
Selecciones de fuentes
clásicas en las que se expresa El nombre de esta ciudad, que
jugó un papel tan importante en las vidas de los Patriarcas, proviene del
pacto que hizo Abraham con el soberano filisteo, Avimélej. Ambos sellaron un
pacto con un juramento junto al sitio donde Abraham descubrió un manantial de
agua (beer – manantial; sheva – juramento) estableciendo
entonces allí su “eshel” (carpa), como la base de su legendaria
hospitalidad. El pozo construido sobre ese manantial con el tiempo fue
rellenado por los filisteos, hasta que Yitzjak, el hijo de Abraham, lo
restauró y fue utilizado nuevamente. Yitzjak le puso el mismo nombre para
marcar el pacto que hizo con los mismos filisteos. Fue de Beersheba que
Yaakov partió en su travesía desde Eretz Israel. La moderna
Beersheba es la ciudad desarrolladla más grande de Israel y se la conoce como
la “capital del Neguev”. En la Guerra de la Independencia, fue capturada
inicialmente por los egipcios, pero más tarde fue conquistada por las fuerza
israelíes en la “Operación Diez Plagas”. |
Escrito y Recopilado por: Rabino
Yaakov Asher Sinclair
Editor y Responsable: Rabino
Moshe Newman
Diseño de HTML: Moises
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